Diálogo

Noticias Falsas: una amenaza a la convivencia democrática

Periodistas de diferentes disciplinas explican qué son las noticias falsas, cuáles son sus consecuencias en la democracia y lo crucial que es para la sociedad avanzar hacia una alfabetización mediática que contrarreste la desinformación. Por otra parte, valoran positivamente que el Gobierno haya creado la Comisión Asesora contra la Desinformación. Por Matías Sánchez V. “Difunde, […]


Periodistas de diferentes disciplinas explican qué son las noticias falsas, cuáles son sus consecuencias en la democracia y lo crucial que es para la sociedad avanzar hacia una alfabetización mediática que contrarreste la desinformación. Por otra parte, valoran positivamente que el Gobierno haya creado la Comisión Asesora contra la Desinformación.


Por Matías Sánchez V.

“Difunde, comparte, reenvía” son palabras que más de algún usuario de redes sociales conoce o ha escuchado. Aunque parecieran ser innocuas, esconden un gran poder en el mundo digital, sobre todo si se tratan de noticias falsas que perjudican la salud de las personas o afectan la estabilidad democrática de un país. Por eso, es importante entender este fenómeno, sus consecuencias y cómo poder combatir la desinformación.

“El concepto fake news está errado en su concepción, porque no podría existir una noticia falsa. Debemos partir de la lógica de que la noticia es un hecho verdadero. Lo más correcto sería hablar de desinformación cuando existe un grado de intencionalidad para tergiversar la información”, señala el académico e investigador de la Universidad de Los Andes Guillermo Bustamante.

Agrega: “En español no es tan preciso, pero en inglés también existen los conceptos misinformation y mal-information. La primera trata sobre información errada, pero sin dolo; mientras que la segunda es información usada para dañar a una persona, organización o país”.

Misma idea sostiene Carlos Franco Alarcón, director del Observatorio de Datos de la U. Adolfo Ibáñez, quien afirma que la noticia no puede ser falsa. “En el mundo académico hablamos de desinformación en lugar de fake news. Sin embargo, me parece que igual es bueno que se hable de noticia falsa para decirle a la gente que eso que parece noticia, que tiene cara noticia y estructura de noticia, no lo es”, asevera.

“El concepto fake news está errado en su concepción, porque no podría existir una noticia falsa. Debemos partir de la lógica de que la noticia es un hecho verdadero. Lo más correcto sería hablar de desinformación cuando existe un grado de intencionalidad para tergiversar la información”

Guillermo Bustamante, académico e investigador de la Universidad de Los Andes

Redes Sociales

Para que estas pseudonoticias tengan algún efecto, necesitan de las redes sociales para viralizarse y llegar a miles de usuarios. El problema en sí no son las redes sociales, sino la desvalorización de los medios de comunicación y el contexto de posverdad (valen más las emociones que los datos duros) en el que se comparte la información de manera errónea o mal intencionada.

Así lo entiende Fernando Gutiérrez, periodista y miembro del Consejo de Ética de los Medios de Comunicación Social, quien señala que la desinformación es un proceso muy complejo debido a los efectos que puede desencadenar en la sociedad. “En este contexto no solo hay que pensar en el agente que lo quiere promover, sino en aquella persona que lo termina creyendo. A eso hay que sumarle la falta de pensamiento crítico y la desvalorización por los medios tradicionales”, dice.

En este último punto, las redes sociales destacan en el mundo digital por funcionar como medios de información. “Nos guste o no, sí funcionan como uno y cuentan con miles de seguidores”, expresa el académico de la U. Católica de la Santísima Concepción.

En ese sentido, el académico de la Escuela de Periodismo de la U. Andrés Bello, Andrés Rosenberg, alerta que los administradores de estas cuentas que desinforman, al no ser periodistas, no están obligados a comunicar de manera responsable y profesional.

“Recordemos que para el estallido social aparecieron un montón de medios independientes que no tenían registro laboral, ni editores o periodistas que uno pudiera contactar. Estos medios solo comunicaban, pero no se hacían responsables de ello. Aspecto totalmente opuesto a los medios de comunicación, ya que puedes pedir que rectifiquen una nota o mandar una carta el director. En ese caso, sí hay una responsabilidad ética y legal”, dice el periodista Andrés Ronseberg.

Chequeo 

En un escenario de credibilidad de los medios a la baja, surgen oportunidades para que empresas y agencias se dediquen a chequear información. Para eso, se apoyan en conceptos como verdadero, falso, engañoso e inchequeable. Aunque los profesionales de la comunicación coinciden en el aporte que hacen para contrarrestar la desinformación, el problema es la infoxicación o sobrecarga informativa que sufren los usuarios que navegan en internet.

“Estamos fatigados de recibir información. Eso significa que estamos evadiendo las noticias y al hacerlo no nos informamos. Una de las causas tiene que ver con la baja credibilidad de los periodistas y los medios de comunicación. Al suceder eso, las personas prefieren creerle a su amigo o un cercano que le compartió información por Instagram o Facebook”, advierte Guillermo Bustamante.

De hecho, Bustamante, junto con otro colega, desarrolló una investigación sobre el efecto que tiene el chequeo de noticias en la audiencia. “Nos dimos cuenta de que el impacto es nulo en la audiencia y el motivo se debe a que, como las personas no ven noticias, no tienen por qué ver la corrección de estas. De manera más simple, si ni siquiera se enteraron de que aquello era falso o verdadero, por qué debería importarles eso ahora”, asevera.

Agrega: “Pero, aunque sean cinco o diez personas que vieron esa corrección, ya son menos ciudadanos desinformados. Y eso siempre es un avance para la construcción de la opinión pública”.

Alfabetización mediática

En este ecosistema de sobre información, tanto medios como personas pueden tomar un rol activo para así evitar desastres en diferentes ámbitos. Por ejemplo, recordemos que, en pandemia, las redes sociales de Meta, como Facebook e Instagram, monitoreaban toda información que estuviese relacionada al Covid-19. Eso, con la finalidad de evitar que las personas compartieran fake news. Tiempo después, tomaron medidas similares con las noticias relacionadas a la Guerra en Ucrania.

A la par de esta responsabilidad empresarial, según expertos, debiese existir una alfabetización mediática que ayude a la población a distinguir lo falso de lo real. “Como dicen los norteamericanos, deberíamos favorecer la media literacy. Para eso, tanto la academia, como los periodistas y expertos en comunicación, deberíamos ser más activos y estar conectados con el mundo. Para hacer eso, debemos enseñar nuestro trabajo y cómo consumir los medios y la prensa”, indica el periodista Carlos Franco. Agrega que Nueva Zelanda es un buen ejemplo de transparencia en los medios. “Hace unos meses, la Asociación Nacional de Prensa convocó a varios expertos para conocer la experiencia neozelandesa. Allá, los medios abren sus decisiones y se conectaban con el público”, recuerda.

Otro buen ejemplo que menciona Franco es el diario electrónico estadounidense Semafor. “En dicho medio transparentan la discusión editorial que hubo sobre el tema que escogieron. También, se muestra al público tanto la nota informativa como el punto de vista del periodista que la redactó”, explica

En esa línea, María Eliana Vega, presidenta del Colegio de Periodistas del Consejo Regional del Biobío, afirma que, como agrupación, están conscientes del impacto de las noticias falsas y su daño al periodismo y los medios de comunicación. “Además de insistir en la necesidad de un quehacer ético en la acción periodística, también hemos impulsado y apoyado instancias de formación para nuestros colegiados a través de cursos y talleres que nos permitan reconocer y evaluar las noticias falsas”, sostiene.

“Recordemos que para el estallido social aparecieron un montón de medios independientes que no tenían registro laboral, ni editores o periodistas que uno pudiera contactar. Estos medios solo comunicaban, pero no se hacían responsables de ello. Aspecto totalmente opuesto a los medios de comunicación, ya que puedes pedir que rectifiquen una nota o mandar una carta el director. En ese caso, sí hay una responsabilidad ética y legal”

Andrés Ronseberg, académico de la Escuela de Periodismo de la U. Andrés Bello.

En resumen, para que combatir la desinformación debe existir no solo una transparencia de los medios, sino que, a su vez, una educación mediática que impulse a la ciudadana a tomar un rol más activo y se pregunte antes de reenviar una foto o video: ¿Es verdad lo que estoy viendo o leyendo? ¿Qué cuenta es la que está publicando esto? ¿Será necesario compartirlo?

Comisión Asesora contra la desinformación

La Comisión Asesora contra la Desinformación es una entidad creada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile. Su objetivo es entregar a dicha cartera y a la Segegob un análisis sobre la desinformación en el país y cómo contrarrestarla. Es de carácter transitoria y está compuesta por representantes de universidades, ONGs, fundaciones, agrupaciones civiles y organizaciones que chequean datos, estas últimas conocidas como Fact-Checking.

Si bien los expertos tienen una mira positiva sobre la comisión, no descartan que pueda existir una comisión permanente y autónoma en el futuro. “Pese a que es provisorio, creo que podría establecerse una comisión parecida con el paso del tiempo, ya que el fenómeno de la desinformación es algo que seguirá creciendo”, dice Carlos Franco.

Misma idea tiene Andrés Rosenberg, quien dice que podría funcionar de manera similar al Consejo para la Transparencia. “Es un tema complejo, pero deber ser abordado con altura de miras e independiente del sector político que esté en el poder. Por ejemplo, podría existir un canal contra la desinformación para denunciar algo. Si eso llega a ocurrir, debe ser muy bien comunicado, para que la población conozca los alcances y objetivos”, señala.