
La soledad y el abandono en que se encuentran cientos de adultos mayores es una realidad que tristemente se ha normalizado en la sociedad. Bien lo sabe Pamela Rivas, estudiante de Derecho de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, quien junto a su familia decidió albergar en su hogar a la señora Juanita, una conocida y querida abuelita que por años hizo suyo los pasillos del Campus Santo Domingo de la Casa de Estudios.
Chanel Caro O.
Con una melena gris hasta la altura de los hombros, de contextura frágil y siempre arropada con prendas de lana. Su encantadora sonrisa era un complemento en su mirar, capaz de alegrar el día a quien encontrara en su recorrido diario por Concepción. Estos son los recuerdos cargados de emotividad que guardan en sí los estudiantes, administrativos y profesores de la Facultad de Derecho de la UCSC sobre la señora Juanita.
La historia que guarda el pasado de Juanita Olivera Ruíz (73) no es del todo clara; lo que sí es posible afirmar con certeza es que su presencia se volvió parte importante de toda la comunidad del Campus Santo Domingo de la casa de estudios.
Por al menos más de una década, Juanita desde temprano iniciaba su día en La Pompeya, (iglesia Santo Domingo), para luego pasear y compartir por los pasillos de la facultad de Derecho, ubicada al lado de esta, en donde encontró compañía ante la soledad que al igual que a muchos, aqueja a cientos de ancianos con problemas de salud mental y en situación de abandono en nuestro país.
La contención y cuidados que la señora Juanita recibía desde la facultad se vio interrumpida en octubre de 2019 por el estallido social. En ese momento, ella ya no podía seguir con su rutina diaria, que consistía en acudir a la iglesia, ver a sus queridas amistades y comer en el casino de la facultad. La violencia y destrucción de esos días que afectaba al centro de la ciudad fue seguida por la pandemia de Covid-19, lo que despertó la alerta de un grupo de estudiantes de Derecho, encabezados por Pamela Rivas Lozano (23), alumna de quinto año de la carrera. Ellos pensaron en cuál sería el paradero de Juanita frente a este adverso escenario.
“Cuando comenzó la pandemia, en marzo de 2020, publicaron en redes sociales que había una señora perdida en el Cesfam de Candelaria de San Pedro de la Paz, y era la señora Juanita. Gracias a una fotografía en Facebook la encontramos. Desde ese momento comenzamos un proceso de búsqueda con la Juanita, saber dónde vivía, qué hacía y cuál era su historia de vida” relata la estudiante de Derecho. El grupo de estudiantes develaron la realidad de Juanita al realizar una visita en su hogar, la encontraron viviendo en condiciones de vida deplorables. Juanita vivía en su pequeña casa sin luz ni agua desde hace 3 años, no tenía los servicios básicos y su situación de avanzada destruición correspondía a un estado de caquexia. “Ella siempre mantenía una presentación impecable, nunca sospechamos que vivía en condición de abandono”, relata la estudiante de Derecho.
La situación se viralizó en las redes sociales de la comunidad del Campus Santo Domingo por lo que prontamente se organizó la ayuda. “Fue comenzando el otoño cuando iniciamos una recolección de cuadritos con frazadas de lana; nos hicimos cargo en su casa de limpiar, hacer aseo, sacar arañas; le pagamos la luz, el agua y le compramos un calefactor para que ella pudiera pasar el invierno. Hicimos un trabajo de ir a dejarle comida y ver si estaba bien”, señala Pamela.
Una decisión radical
Pese a que desde la facultad visitaban a Juanita tres veces a la semana con cuidados y víveres, su avanzado estado de desnutrición, la tenía limitada en cuanto a movilidad y autovalencia. Debido a su condición frágil, un día cayó de espaldas, pasó horas gritando por auxilio sin nadie que pudiera socorrerla. Un presentimiento llevó a Pamela a visitar a Juanita en aquella oportunidad: “en la noche previa al inicio de mis vacaciones, encontramos a la Juanita pidiendo ayuda, se había caído de espaldas. Llamamos a bomberos, carabineros, rompieron la puerta y pudimos rescatarla. Fue en ese momento en que tomé la decisión de llevarla a mi casa”, explica.
Luego de dos años visitando a la señora Juanita , Pamela formó un estrecho vínculo con ella, íntimo y cercano que terminó gatillando una decisión radical para ella y su familia. La familia de Pamela ya se había planteado la opción de acoger a Juanita, debido a la preocupación que les generaba pensar en la soledad que la anciana llevaba cada día, como lo explica su madre, Mónica Lozano: “siempre pensábamos al atardecer y nos imaginábamos cómo estaría la Juanita, si habría comido, si estaría pasando frío o alguna necesidad, y nos planteamos como familia traerla a la casa. Llegado ese punto cuando tuvo el accidente, tomamos la decisión de traerla. Yo la quería en mi casa, que sus últimos días lo pasara bien. Ella estaba feliz, calentita, sequita, comiendo bien”, relata con nostalgia.
Agrega que el vínculo con Juanita se volvió mutuo e incondicional: “como familia la empezamos a querer incondicionalmente, cuando llegó la Juanita era mi bebé, yo la duchaba, le cambiaba sus paños, la peinaba, le hacía todos sus gustos. Como familia aprendimos otro estilo de vida que espiritualmente fue enriquecedor. Como familia lo volveríamos a hacer”, reflexionó la madre de Pamela.
Fue una bendición
Pamela relata cómo fueron los últimos meses con Juanita en su hogar: “le hacíamos nuevas rutinas, para desayuno, almuerzo y once. Le teníamos una mesita al lado de la estufa para que no pasara frío. Le hacíamos todos los gustos, mi mamá le preparaba huevos fritos, pantrucas, la paseábamos por las iglesias que ella disfrutaba tanto. La llevábamos a pagarse, hasta que llegó un momento en que ella no pudo volver a levantarse y caminar sola, dejó de ser autovalente y comenzamos a movilizarla en silla de ruedas”, señala.
La mañana de un viernes 6 de diciembre de 2021 Juanita partió a los brazos de Dios. Un sentimiento de gran tristeza invadió el corazón de la familia Rivas Lozano, pero a la vez de alegría porque conocían la fe que Juanita profesaba hacia Jesús y que merecía descansar en compañía de Dios. “Nosotros esperábamos este momento, pedíamos a Dios que pudiera descansar y reencontrarse con Él a quien le rezaba siempre con tanta fe. Realmente quisimos darle una familia en los seis meses que nos acompañó. Tenerla en mi casa fue realmente una bendición para nosotros. Hace poco mi mamá logró superar la pérdida, como familia ahora sentimos un vacío sin ella”, contó con nostalgia Pamela en recuerdo de aquel día.
La realidad de Juanita logró unir los corazones de la comunidad del Campus Santo Domingo, además de visibilizar la situación de abandono y soledad que sufre la tercera edad en Chile. Que una comunidad se organice en torno a una causa tan noble es un ejemplo digno de imitar y compartir. El Padre Víctor Álvarez, director de la Pastoral de la UCSC, al enterarse de la situación de Juanita también acudió en ayuda. La incorporaron a la campaña de ayuda solidaria “Todos unidos”, luego al enterarse que Pamela y su familia acogieron a la señora Juanita en su hogar, siempre mantuvo el contacto hasta su deceso, situación en donde el Padre Víctor brindó gestión y compañía en el velatorio y la misa fúnebre.
“Nosotros como jóvenes somos agentes de cambio, y tenemos que comprometernos mucho más con nuestro en entorno”, Pamela Rivas Lozano, Estudiante de Derecho Ucsc.
“Soy testigo del gran corazón de Pamela y de su familia por haber acogido en medio de la pandemia a la Juanita y haberle entregado un hogar donde vivir con dignidad, proporcionándole cariño, afecto y preocupación hasta el final de su vida. Ciertamente un gran testimonio para este tiempo”, relata el presbítero de la comunidad UCSC.
El mensaje que busca transmitir Pamela desde la experiencia que vivieron como familia es el de abrir el corazón de paso a la solidaridad, asumir la responsabilidad de comprometerse con los otros, con el entorno y dejar de lado las individualidades. “Nosotros como jóvenes somos agentes de cambio, y tenemos que comprometernos mucho más con nuestro entorno. Juanita no es un caso aislado, por ejemplo, en el centro de Concepción puedes ver a abuelitos con bastón comprando solos, además existen casos de Senama, y también hogares de ancianos donde se han expuesto maltratos”, es la reflexión con la que esta estudiante de Derecho comparte desde su vivencia, que directa e indirectamente unió los corazones de toda una comunidad.