Por Cecilia Díaz R.
En sus relaciones, un adulto no puede agredir a otro. ¿Por qué sí podría hacerlo con un niño?, se pregunta el pediatra colombiano Ernesto Durán Strauch, PhD en Ciencias Sociales Niñez y Juventud. El especialista fue uno de los invitados internacionales del 63° Congreso Chileno de Pediatría, que se realizó en Concepción. En su ponencia, abordó los altos niveles de violencia que niños y adolescentes sufren en América Latina. Un ámbito en que se ha avanzado, pero no lo suficiente.
– ¿Cuán dramática es esta situación en la región?
– Se realizó en Colombia la primera conferencia ministerial del mundo, asistieron 109 países para hablar de la prevención y del problema de la violencia contra la niñez, que digamos es una categoría más general que el maltrato. Y los datos muestran que es muy preocupante para el mundo, no solo para América Latina.
Académico de la Universidad Nacional de Colombia por treinta años y coordinador del Observatorio sobre Infancia del Centro de Estudios Sociales de esa institución, dice: “La violencia contra la infancia es una pandemia mundial que debe preocuparnos a todos. En el caso de América Latina, tenemos datos preocupantes, por ejemplo, desde el punto de vista de las muertes, muertes por violencia en menores de 18 años, el año pasado tuvimos unas 23.700 en América Latina”.
Especifica que en la mayoría de esas muertes las víctimas son adolescentes hombres, “pero hay niños menores de un año, niños de uno a cinco años, de todas las edades. La mayor parte corresponde a adolescentes, por todas estas situaciones de enfrentamiento, de violencia, de delincuencia”.
Enfatiza que, a excepción de los países que están en guerra o conflictos armados, América Latina y el Caribe concentran la mayoría de la violencia que afecta a niños y adolescentes en el mundo.
Distintos tipos de violencia
– Doctor, ¿cuáles son los tipos de violencia que están afectando a la infancia?
– Las violencias son del ámbito domiciliario, pero también del ámbito extradomiciliario. Por tipos, pues, pueden ser por cómo se presenta la violencia. Se habla de violencia física, de violencia psicológica, de violencia sexual o esta violencia, digamos, por abandono o incumplimiento de la garantía de protección, del cuidado, de la garantía de los derechos de los niños.
– En el caso de la violencia en el hogar, ¿qué tan preocupante es?
– Desafortunadamente el lugar donde en teoría cuidamos y protegemos a los niños
es donde más violencia se da. Los datos muestran que más o menos unas dos terceras partes, o sea la mayoría de los niños de América Latina, viven violencias en el entorno domiciliario. La más frecuente generalmente es la violencia psicológica, con las palabras, con los gestos, con las expresiones, con la comunicación; después la violencia física, luego está la violencia sexual y esta otra que llamamos abandono, negligencia, o sea, no se cumple con la responsabilidad de los padres con los niños.
El médico, autor de diez libros y múltiples artículos, explica que el castigo físico está prohibido o limitado por leyes en 66 países. “El mundo ha ido avanzando, por lo menos en leyes formales, porque uno sabe que, de la ley al cumplimiento, ya al interior de la familia, hay unas distancias muy grandes. En la familia la violencia no está visibilizada, en el contexto íntimo, decimos que uno de cada dos niños en América Latina sufre el castigo físico. No conozco el caso especial de Chile, pero bueno, eso es más o menos lo que se da en la región, en unas zonas más, en otras menos, pero estamos hablando de que la mitad de los niños sufre castigo físico”.
– El castigo físico está prohibido en 66 países. ¿Eso no es tanto? ¿Es una cifra que nos debiera satisfacer?
– Pues ha ido mejorando progresivamente. Es una tendencia que empezó en Suecia, en Europa, hace más de diez años y poco a poco se fue logrando que en el mundo se extendiera. Y es una de las metas que se planteó la cumbre, el encuentro de ministros que hubo en Colombia, extender para todo el mundo las leyes contra el castigo físico.
Abuso de poder
En el caso de la violencia en ambiente escolar, el pediatra colombiano comenta que, aunque varía entre los países, al menos un 30% de los estudiantes sufre violencia en escuelas y colegios.
El especialista pone el acento en otra violencia preocupante, aquella que se da en las parejas de adolescentes. “Cuatro de cada diez, o sea, un 40% de esas parejas tienen comportamientos violentos entre ellos, incluso esa violencia entre las parejas jóvenes ha tendido a aumentar, es como una forma ya de relacionarse. Ha aumentado. Son situaciones preocupantes, antes uno era muy respetuoso con la pareja, en el noviazgo, en estas relaciones, ahora la violencia entra a ser parte también”.
– Doctor, ¿los niños o las niñas sufren más violencia o una violencia distinta?
– Pues sí, la violencia y el acoso sexual, por ejemplo, claramente tienen una gran asimetría en las mujeres. Además, tenemos todo el problema de los feminicidios, en América Latina se producen cada hora doce feminicidios. Entonces, eso suma muchos miles en el año. O sea, tenemos un problema importante de muertes por estas violencias o ataques violentos contra las mujeres. La mayor parte adultas, pero también mujeres adolescentes, jóvenes.
Además, en un contexto en que medios de comunicación, médicos y educadores abogan por el fin de la violencia contra niños y adolescentes, ésta ha mutado a formas distintas. “Cambia a esas formas aparentemente más suaves, pero el problema ahí no es la suavidad del golpe, sino el hecho mismo de que tu cuerpo sea el lugar donde tú pagas las cosas, que es toda una enseñanza para el cuidado del propio cuerpo. Porque tu cuerpo no se toca, pero entonces los papás sí lo pueden tocar para agredirlo. O sea, es un mensaje contradictorio”.
El médico recalca que, si bien muchos han dejado de golpear a sus hijos, sí mantienen otros castigos que son igual de dañinos. “Son violencias sutiles, porque hay muchas formas de violencia que a veces no se ven así, pero son muy agresivas. En las familias, se cambia mucho por el grito y la violencia psicológica, entonces, ya no golpeo, pero igual grito, humillo y esas violencias igualmente dejan huellas”.
Ejemplifica: “Que un papá le diga a su niño yo no te voy a hablar una semana, entonces, llega a la casa y el papá no le habla, o te voy a encerrar aquí en la casa 15 días y no puedes salir a ninguna parte. Son formas agresivas de violencia”.
– Frente a este panorama en que al parecer no hemos progresado tanto, ¿cuáles serían las vías de solución?
– Desde el punto de vista médico, hablamos de la prevención, pues este es un problema absolutamente prevenible, evitable, que no debería existir simplemente. Digamos que es absurdo, desde el punto de vista lógico; en las relaciones humanas, por ejemplo, uno no pueda agredir a otro adulto, si yo soy médico, pues no puedo agredir a otro adulto, no puedo agredir a las personas que veo; si soy profesor, no puedo agredir a mis alumnos, no les puedo gritar, darles un coscorrón. Pero al más débil de todos, a ese sí lo puedo golpear, eso es una clara asimetría y además enseña el abuso de poder, porque eso claramente es un abuso de poder. Yo tengo un poder, mido un metro con 70 y tú mides 90, entonces, claro, con solo la presencia ya asusta bastante, como para que además lo agreda, así se aprende a abusar del poder.
– ¿Ese abuso de poder qué implicancias tiene?
-Tiene incluso repercusiones políticas en nuestra región y en nuestra forma de ver el mundo. El poder es para eso y se abusa del poder como forma de lograr las cosas, entonces se presta incluso para eso, o sea, eso va a repercutir en la vida de la sociedad, no solamente en ese niño, sino son patrones de relaciones que tenemos hasta en lo político y en la organización social, pues se aprenden ahí. Por ejemplo, el uso de la amenaza, si no haces algo, te amenazo. Aprendemos a amenazar a los otros también. Es todo un aprendizaje para las relaciones humanas, que es lo que tendríamos que cortar. Hay muchas acciones que podemos hacer desde la sociedad, leyes, normas, políticas públicas claras sobre la violencia.