Diálogo

María, enséñanos a orar en comunidad

Para los cristianos, una maestra sin igual es la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús. Con su “sí” generoso al plan de Dios, ha podido entrar en la contemplación del Misterio de Dios y manifestarlo con una vida disponible y perseverante como fiel discípula de Jesús, su Hijo.

Mons. Bernardo Álvarez Tapia

Mons. Bernardo Álvarez Tapia


A inicios de este año, el Papa Francisco invitó a dedicar un año especialmente a la oración, como preparación para vivir el próximo Jubileo de 2025. En el tradicional rezo del Ángelus en Roma, resonó un fuerte mensaje: “¡Queridos hermanos y hermanas! Los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo. Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios” (Ángelus, 21 de enero de 2024).

La invitación consiste en la gracia de fecundar la vida personal, familiar, eclesial y social desde un encuentro más profundo con una realidad tan humana como cristiana: la oración. Santa Teresita del Niño Jesús la define hermosamente: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”. La oración es un don que puede responder a una de las necesidades y preguntas más profundas del corazón humano: Dios.

Para avanzar en este camino, que no es fácil, necesitamos maestros y maestras que hayan explorado esta senda antes que nosotros, que nos muestren la ruta a seguir, que nos ayuden a levantarnos cuando caemos o que nos reorienten cuando perdemos el rumbo. Para los cristianos, una maestra sin igual es la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús. Con su “sí” generoso al plan de Dios, ha podido entrar en la contemplación del Misterio de Dios y manifestarlo con una vida disponible y perseverante como fiel discípula de Jesús, su Hijo.

El testimonio de los evangelios es claro: María nos ofrece un itinerario de fe. Su encuentro con el ángel en la Anunciación, su fe y alegría compartida con Isabel, su silencio contemplativo en Belén, su fortaleza en el exilio, su dolor junto a la cruz y su unión con la Iglesia en Pentecostés testimonian que sí es posible vivir una vida fecunda en comunión con Dios y al servicio de su proyecto de nueva humanidad.

El Mes de María de este año tiene el lema: “María, enséñanos a orar en comunidad”. Como Arquidiócesis de Concepción, nos disponemos a expresar con mayor intensidad nuestro amor filial a la Virgen durante este mes bendito, culminando este camino el próximo 8 de diciembre en la celebración de la Inmaculada Concepción en el Cerro La Virgen. La peregrinación al Cerro de la Virgen es un momento especial de gracia para pedir su intercesión por nuestras familias, por Chile y por nuestra comunidad, confiando en su protección y amor maternal.