“Muchas veces es difícil detectar que una persona está tan mal emocionalmente, porque hay quienes saben muy bien ocultar sus emociones, incluso pueden verse felices. Es por ello por lo que es importante conversar de forma permanente con quienes están a nuestro alrededor, escucharlos, no quedarse solo con la primera respuesta típica cuando preguntamos ¿Cómo estás?, porque todos y todas en general decimos que bien”.
La frase que abre este artículo corresponde a Paz Lorca, directora de la Escuela de Desarrollo Social y Educación del instituto profesional IACC, y la pronunció en una nota de “El Mostrador” publicada el 10 de septiembre de este año, a propósito del el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, fecha respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, claro, al momento de hablar de una patología silenciosa, la segunda causa de muerte en adolescentes en Chile, lo mencionado por Lorca puede explicar el valor de la prevención y la importancia de que el Estado este fuertemente comprometido con la salud mental de sus habitantes.
Desde hace por lo menos dos décadas funciona en nuestro país el Programa Nacional de Prevención del Suicidio, lo que ha contribuido a visibilizar, o al menos hablar abiertamente, de un tema que en muchos sectores de la sociedad sigue siendo un tabú. Dicho programa, además, dependiente de la subsecretaria de Salud, se ha encargado de investigar el fenómeno en nuestra sociedad y, como su palabra lo dice, ha ayudado a prevenir desenlaces fatales. Pero ¿existen deudas? Por cierto. Basta con recordar una reciente movilización de trabajadores la salud mental, de distintos recintos emplazados en la provincia de Concepción, en protesta por la falta de profesionales y mejoras de infraestructura, que se prolongó por cerca de cuatro semanas. Algunas autoridades regionales hicieron oídos sordos a la movilización, incluso, tres jefaturas de Psiquiatría del Hospital Regional renunciaron a sus cargos. La movilización terminó bien para los trabajadores
“Es fundamental transitar hacia un servicio de salud mental comunitario con mayor participación y relación con la comunidad. Este es un desafío prioritario y debemos cubrir la brecha de personal necesario para afrontarlo”, manifestó en la oportunidad, el senador del PS, Gastón Saavedra.
Además, destacó la importancia de mejorar la infraestructura del servicio. “Se destinarán $3.000 millones para mejorar las condiciones de la infraestructura, lo cual es crucial para ofrecer una atención digna y de calidad a nuestros pacientes”, señaló el senador.
Entre los consultados, además, se mencionó que la falta de trabajo intersectorial podría resultar clave para mejorar lo que ya existe. En efecto, al hablar de suicidio, no solo deberían estar involucrados los estamentos de salud, sino también quienes son parte de reparticiones ligadas a Trabajo o Vivienda, solo por mencionar un par de ejemplos.
Lo complejo de las cifras
El suicidio, como no, está íntimamente relacionado a la salud mental. Según un documento de Programa Nacional de Prevención del Suicidio, “los problemas mentales más a menudo asociados a los comportamientos suicidas son la depresión y los trastornos bipolares, el abuso de drogas y alcohol y la esquizofrenia (…) Los antecedentes familiares de suicido constituyen igualmente un riesgo elevado de comportamiento suicida”.
Y sigue: “los acontecimientos estresantes como las rupturas, la pérdida de seres queridos, los conflictos con los allegados y amigos, los problemas legales, financieros, o relacionados con el trabajo, así como los acontecimientos que conducen al estigma, a la humillación, o a la vergüenza, pueden provocar tentativas de suicidio”.
Quienes trabajan a diario con esta problemática, lo saben. Ricardo Alarcón, psicólogo del Centro Comunitario de Salud Mental Familiar (Cosam) Leonor Mascayano, dependiente del Hospital Regional Guillermo Grant Benavente, comentó que, en efecto, el suicidio “es lo más grave que puede llegar a ocurrir, lo que buscamos poder evitar en nuestros tratamientos”.
En opinión de Alarcón, el Estado está preocupado del tema y hay trabajos e investigaciones que así lo demuestran, no obstante, también reconoce que hay deudas, en particular, si se observan las experiencias de países desarrollados que han implementado políticas públicas que han ayudado a disminuir las cifras.
“En países como Australia, por ejemplo, el Estado aborda este problema desde una perspectiva intersectorial, donde no sólo se aborda desde los estamentos de Salud, el tema es tratado también desde el mundo del Trabajo, el Medioambiente, la Vivienda o la Educación. La comunidad construye bienestar, y eso es clave”, sostiene el psicólogo.
Se dice que en Chile se registran 10,3 suicidios por cada 100 mil habitantes, un número al que se conocía en 2019, adportas de pandemia por Covid-19, donde el número era igual 9 por cada 100 mil habitantes. Lo anterior, según datos del ministerio de Salud y que fueron publicados en el artículo mencionado antes, titulado: “Chile registra 10,3 suicidios por cada 100 mil habitantes: ¿Cómo detectar a tiempo?”.
Ricardo Alarcón asegura que es complejo hablar de cifras, pues también existen “números ocultos” que se relacionan con quienes se quedan solo en el intento de suicidio, y también por el tema cultural, ese que señala que sigue siendo un tema tabú. Pese a ello, cuenta que hay datos, como los mil 800 o 2 mil suicidios que se producen al año, o que son en mayoría hombres, entre 30 y 50 años, los que atentan contra su vida.
“Es cierto que hay deudas y que el trabajo se puede hacer siempre mejor, pero es un hecho que el Estado se está haciendo cargo, que existe un coordinador en prevención del suicidio en los servicios de salud existentes, es una prueba de ello”, afirmó el psicólogo.
Mirada parlamentaria
Entre quienes integran la comisión de Salud de la Cámara de Salud de la Cámara de Diputados y Diputadas hay visiones variadas.
Consultado, particularmente por la situación de la salud mental en Chile, el parlamentario de RN, Ricardo Celis, manifestó su opinión crítica de cómo el Estado ha abordado este ítem.
“En cuanto a salud mental y, sobre todo en algo tan delicado como lo es el suicidio, el Estado debe hacer mucho más que ofrecer promesas vacías. Hoy existen programas de salud mental en atención primaria, pero la realidad es que estos no son suficientes y carecen de los recursos necesarios para hacer frente a esto”, sostuvo.
El congresista opositor apeló a una “estrategia nacional sólida que no solo aumente el presupuesto en esta área, sino que también forme más especialistas, garantice apoyo continuo y ofrezca campañas efectivas que derriben el estigma. La salud mental no puede seguir relegada a un segundo plano; aquí se debe actuar con urgencia para salvar vidas”.
Su colega en la comisión, la diputada de Acción Humanista, Ana María Gazmuri, reconoció que la salud mental en Chile “ha estado en la palestra desde hace varios años y quizás, la manera en que la política ha enfrentado este problema no ha dado el ancho”.
La representante del oficialismo comentó que es importante considerar que “no existe una varita mágica”, para poder afrentar el deterioro de la salud mental y los suicidios, pues “son la expresión de una multiplicidad de factores y si bien es una situación que ha sido alertada desde hace una década al menos, es difícil poder llegar a una solución inmediata. Se debe considerar, además, el impacto que tuvo la pandemia en la salud mental de la población en general es innegable (…) Sin duda estamos lejos de abordar en plenitud estos desafíos, pero considero importante rescatar algunos programas vigentes, iniciativas de gobierno y proyectos de ley que apuntan a enfrentar esta situación, y así también intentar disminuir los suicidios. Por ejemplo, tenemos la Línea de Prevención del Suicidio, que funciona las 24 horas, aunque no siempre de manera efectiva, tal como he denunciado, además del Programa Nacional de Prevención del Suicidio”.
Finalmente, Gazmuri sostuvo que el Congreso no ha estado ajeno al fenómeno. “Hemos mirado con preocupación cómo el deterioro de la salud mental afecta a niños y adolescentes. En esa línea, este año fue presentado por la diputada Emilia Schneider, un proyecto del cual soy coautora, y que busca resguardar y promover una buena salud mental de la comunidad educativa, con la elaboración y actualización de planes de promoción de convivencia, buen trato y bienestar”.