Diálogo

Las brechas que persisten tras la encuesta Casen 

Los resultados dados a conocer hace unas semanas dan cuenta de cifras históricas en materia de disminución de la pobreza. Sin embargo, persisten desigualdades que no debemos olvidar. Hoy en la Región hay casi 10 mil familias viviendo en campamentos y las personas en situación de calle son tantas, que ni siquiera sumando todos los […]


Los resultados dados a conocer hace unas semanas dan cuenta de cifras históricas en materia de disminución de la pobreza. Sin embargo, persisten desigualdades que no debemos olvidar. Hoy en la Región hay casi 10 mil familias viviendo en campamentos y las personas en situación de calle son tantas, que ni siquiera sumando todos los albergues es posible abarcarlas. 


Por Tania Merino M.

El menor nivel de pobreza en Chile en la historia de la Casen reveló la versión 2022 de esta Encuesta de Caracterización Socioeconómica. Esta es, sin duda, una situación alentadora en la que, pese al complejo escenario económico y sanitario, se logró contener e incluso bajar los niveles de pobreza. 

Tras los resultados, sin embargo, expertos locales coinciden en que persisten niveles de desigualdad. La pobreza por ingreso, de acuerdo a este mismo análisis, continúa afectando de manera desproporcionada a comunas rurales, niños, niñas y adolescentes, mujeres, personas pertenecientes a pueblos indígenas y población migrante. En el caso del Biobío, además, la incidencia se empina un punto por encima del promedio nacional de 6,5%.  

Desde una perspectiva multidimensional, en tanto, la Región alcanza 14,1, menor al 16,9 % que es la media país. Este resultado considera dimensiones como Trabajo y seguridad social, Vivienda y entorno, Educación, Salud y Redes y cohesión, siendo las dos primeras las que mayor peso tienen en esta categoría. 

Las consideraciones, en cuanto al optimismo con que debiera ser recibida esta entrega de datos, no solo tienen que ver con que abarca un periodo en que se encontraban activos los retiros de fondos previsionales y ayudas temporales del Estado, sino también con la publicación de otros indicadores menos alegres que marcan un contrapunto respecto de este análisis. 

“TECHO se inició interviniendo en Curanilahue y vemos que después de 25 años, los campamentos no han disminuido y, por el contrario, han aumentado, lo que nos muestra la complejidad de esta crisis y de esta problemática”

Valentina Monsalves, directora de Techo en el Biobío.

La crisis de viviendas 

Si hablamos de matices, el Catastro Nacional de Campamentos correspondiente al período 2022-2023, ofrece uno. El reporte realizado por TECHO consigna que, “nunca se habían constatado cifras de tal magnitud en Chile”, aludiendo al número de familias y campamentos registrados en el país. Según este documento hay 1.290 campamentos distribuidos a lo largo de todo el territorio nacional, albergando a 113.887 familias, lo que significa un 39,5% más de asentamientos informales en el país y más de 32 mil nuevas familias viviendo en ellos. 

La directora de Techo en la Región, Valentina Monsalves, detalla que la del Biobío es la segunda con mayor número de campamentos, 198 en total. Esto es 78 más que en la medición 2020-2021 y son 10 mil las familias que los habitan. 

Es particularmente preocupante este incremento en las cifras del catastro, advierte Monsalves, dada la gran dificultad que impone su erradicación. “Tenemos comunidades con más de 10 años con su comité formado, pero aún sin una solución habitacional definitiva”, comenta. Incluso, la historia de esta organización parte aquí en el Biobío. “TECHO se inició interviniendo en Curanilahue y vemos que después de 25 años, los campamentos no han disminuido y, por el contrario, han aumentado, lo que nos muestra la complejidad de esta crisis y de esta problemática”, agrega. Efectivamente, al contabilizarlos por comuna, Curanilahue (45), Lota (25), Talcahuano (23) y Coronel (13) ocupan los primeros lugares en la Región. 

El estudio muestra que en el 83,8% de los campamentos en la zona, más de la mitad de las familias indica que llegaron allí por la necesidad de independencia, debido a que antes vivían como allegados. Un dato relevante, es que 62% manifiesta que el alto costo de los arriendo y bajos ingresos los llevó hasta uno de ellos. 

Desigualdades evidentes 

Desde Hogar de Cristo una de las principales preocupaciones tiene relación con lo que ocurrirá una vez terminadas las ayudas del Gobierno entregadas durante la pandemia. De acuerdo a la medición, en materia de ingresos autónomos la brecha es evidente, siendo para el primer decil, el segmento más pobre, de casi $95 mil, mientras que en el promedio país que es de $1 millón 236 mil.  

“Nuestra inquietud es que los quintiles más pobres al mediano y largo plazo tengan un ingreso económico autónomo y que esto sea porque tienen mejores sueldos, porque logran insertarse laboralmente, cosa que hoy no vemos en esta Casen”, declara Daniela Sánchez, jefa de Operación Social Territorial de la fundación, refiriéndose al porcentaje de subsidios recibidos durante este periodo. “Vemos que las personas más pobres mantienen los ingresos de hace varios años atrás, incluso, los quintiles más bajos ganan lo mismo que hace 10 años. Ellos han logrado sortear la pobreza por los subsidios del Estado”. 

Sánchez explica que la encuesta también refleja que las personas más pobres están en grupos específicos, “lo que también vemos reflejado en la región del Biobío, por ejemplo, las familias migrantes, las personas que viven en campamentos, las que están en situación de calle y la pobreza rural son algunos de los grupos que nosotros identificamos que están todavía bajo la línea de pobreza y que va a costar mucho que salgan de ahí si no hay una reactivación económica importante y un desarrollo hacia ellos”.  

En cuanto a las personas en situación de calle, agrega, desde la institución observan un aumento. “En particular en Los Ángeles y Concepción. Este año, por ejemplo, la política pública permitió contar con más albergues y dispositivos del Estado y todos, incluidos nosotros, que somos privados, junto con otras fundaciones, estamos a capacidad completa y, aun así, todavía hay personas en los puntos de calle”.  

Roxana Zuleta, directora de Trabajo Social de la Universidad Andrés Bello, sede Concepción, profundiza en estas brechas. Explica que, al desagregar por sexo, tanto la pobreza por ingreso como la multidimensional, continúan afectando mayormente a mujeres con un 14,4% versus 12,5% de los hogares, con especial concentración en los que tienen Jefatura de hogar femenina. Panorama que da cuenta de la persistencia de brechas de género con un negativo e importante impacto en las autonomías económica, física y político-decisional de las mujeres. 

“De la misma manera, la pobreza continúa limitando la garantía plena de derechos de niñas, niños y adolescentes, en tanto un 18,4% se encuentra afectando por la pobreza multidimensional y un 22,3% por la pobreza por ingresos, destacando que el 12,2% de niños y niñas en esta condición tiene entre 0 y 3 años de edad, etapa crucial para el desarrollo de la vida”, detalla.  

Los resultados, añade, dan cuenta de que la población perteneciente a pueblos indígenas continúa siendo más afectada con un 22% versus un 16,4% para el caso de la pobreza multidimensional y un 8,8% en relación al 6,2% en pobreza por ingresos; cifras que, si bien ha bajado, indica la necesidad de acciones aún más dirigidas, intersectoriales y sostenibles en la materia. 

“Las personas que viven en campamentos, las que están en situación de calle y la pobreza rural son algunos de los grupos que nosotros identificamos que están todavía bajo la línea de pobreza y que va a costar mucho que salgan de ahí”

Daniela Sánchez, jefa de Operación Social Territorial Hogar de Cristo.

Fotografía del momento 

Para la vocera de Hogar de Cristo, esta medición es el reflejo de una fotografía del año pasado que puede verse modificada con las emergencias enfrentadas durante este año. “Hay que recordar que todavía persisten niveles de cesantía, de desempleo, muy altos y que tienen rostro de mujer, personas jóvenes, de personas rurales. Y si le sumamos esto, las situaciones del contexto actual como las emergencias, los incendios, las inundaciones, vemos que tenemos a una región muy golpeada. Nosotros estuvimos trabajando a propósito de la emergencia con familias de sectores rurales y estas personas se han empobrecido, porque no solo perdieron sus viviendas, muchos de ellos perdieron sus fuentes de ingreso”. 

En materia económica, las cifras muestran un estancamiento en términos del ingreso monetario, lo que se traduce en un aumento en las diferencias de ingreso entre deciles. Así lo explica el académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la UCSC, Cristian Guzmán. Por esta razón, asegura, “ha tomado relevancia la entrega de subsidios, más en la última medición que incluye los efectos de la pandemia. Además, junto con ello el bajo crecimiento económico del año 2020 y algunos efectos de la crisis de 2019 afectaron la creación de empleos y por ende la generación de ingresos. Dado ello, en esta medición existe un componente relevante de las transferencias del Estado y los retiros en la generación de ingresos”. 

Guzmán pone una dosis de optimismo respecto de lo que viene. “El escenario económico es más favorable que el que teníamos hace dos años, por lo tanto, no deberíamos tener un aumento considerable de la pobreza. Es más probable que esta se mantenga, en la medida que tengamos una transición hacia menos transferencias y mayor generación de empleo. Sin embargo, tenemos desafíos que enfrentar como, por ejemplo, volver a la impulsar el empleo para las mujeres previo a la pandemia, volver a crecer de manera permanente en cifras positivas y estables que permitan la creación de empleos y focalización de políticas en los jóvenes que no estudian ni trabajan”.