Diálogo

Cuidadores informales: urgencia de capacitación y contención para quienes cuidan

Especialistas revelan una realidad que ha sido descuidada y poco visibilizada durante años. Sin embargo, pretenden revertir con la ayuda y colaboración de la población.  Por Camila Meza S. No es secreto que la población chilena está envejeciendo producto de las bajas tasas de natalidad.  Tampoco es novedad que cuando un integrante de la familia […]


Especialistas revelan una realidad que ha sido descuidada y poco visibilizada durante años. Sin embargo, pretenden revertir con la ayuda y colaboración de la población. 


Por Camila Meza S.

No es secreto que la población chilena está envejeciendo producto de las bajas tasas de natalidad.  Tampoco es novedad que cuando un integrante de la familia se enferma, el esquema cotidiano debe rearmarse para consolidar una red de apoyo que esté disponible 24/7 para un cuidado optimo. Ambas realidades, independientes de sus causas, requieren de “alguien” dispuesto a entregar tiempo y atención a otra persona que está postrada o con dificultades para desarrollar su vida con normalidad, ya sean adultos mayores o personas con alguna afección. Entonces, los denominados “cuidadores informales” se transforman muchas veces en la única opción disponible, siendo personificados principalmente por familiares o vecinos. 

Según datos del gobierno, recogidos por la encuesta de Bienestar Social 2021 de Ministerio de Desarrollo Social, en Chile cerca de 1.120.000 personas requieren de un cuidador o cuidadora. Un rol que es desempeñado mayoritariamente por familiares mujeres, identificadas como cuidadoras informales (85%). Asimismo, se determinó que dedican más de ocho horas diarias a esta labor, y en más de la mitad de los casos, se suma la realización de labores domésticas. En un 65% de los casos de personas que cuidan a otro, recae sólo en una persona, lo que deriva en que el 88% de quienes cumplen este rol no han tenido descanso en los últimos años. 

El perfil anterior también se complementa a través de diversas investigaciones que se han desarrollado principalmente desde el área de la salud. Algunas caracterizan al cuidador informal con edades que varían entre 37 y 86 años, con un promedio de 57 años. El 63% de ellos presenta alguna enfermedad por la cual se encuentra en tratamiento médico permanente, el 33,3% se dedica al cuidado de su madre, el 10% a un hijo, el 16,7% a un hermano/a, el 23,3% a su cónyuge, el 13,3% a otro familiar y el 3,3% a un amigo u otro. 

Para la enfermera de la Facultad de Medicina de la UCSC, Gladys Navarro, quien se ha dedicado a investigar sobre esta problemática y ha liderado diferentes actividades al respecto, la realidad en el país “es preocupante, ya que cuidar implica un gran esfuerzo para quien lo realiza; conlleva un alto nivel de carga física, emocional y socioeconómica, que compromete su salud, bienestar y también su relación interpersonal con la persona enferma. Muchas veces no reciben remuneración económica por su labor, ni tampoco cuentan con capacitación para los diferentes cuidados que proveen. Por lo que el cuidado puede llegar a convertirse en una tarea muy exigente, que puede dar paso al ‘síndrome del cuidador’, donde la persona se siente incapaz de afrontar todas las responsabilidades que le exige el cuidado, comprometiendo su bienestar integral”.

Pedir ayuda y recurrir a apoyo 

Por ello, comenzar a desempeñar la labor de cuidador informal no es tarea fácil. En ese sentido, la profesional recomendó que previamente la persona debe tomar conciencia de la importancia del autocuidado, buscar una red de apoyo familiar y social en su comunidad, planificar sus tiempos para disponer de momentos de respiro y así realizar actividades de interés o simplemente descansar. No olvidar que no es la única persona que puede cuidar de su familiar, junto con pedir y recibir la ayuda cuando otro lo ofrezca. Paralelamente, se recomienda buscar capacitación sobre la enfermedad, tratamientos y cuidados básicos que se necesitan, conocer sobre asociaciones y redes de apoyo comunitario. 

Sin embargo, y considerando la alta demanda que este desafío implica de manera diaria, los especialistas aconsejan estar atentos a quienes ocupan este rol. Se debe intervenir cuando hay abandono del cuidado personal, aumento o pérdida de peso, fatiga y agotamiento evidente, alteración del sueño e insomnio, signos de depresión y ansiedad, rechazo a soluciones parciales, sentimiento de culpa, de aislamiento y soledad. Pero ¿cómo ayudar bajo este escenario? Para Navarro es urgente activar la red de apoyo familiar y social, además de facilitar la concreción de trámites que necesite realizar, que favorezcan su bienestar y el de la persona bajo su cuidado. Al mismo tiempo, hay que lograr su integración en grupos de autoayuda, de apoyo psicológico y/o de psicoterapia individual.

En Chile cerca de 1.120.000 personas requieren de un cuidador o cuidadora, rol que es desempeñado mayoritariamente por familiares mujeres, identificadas como cuidadoras informales (85%). Asimismo, se determinó que dedican más de ocho horas diarias a esta labor, y en más de la mitad de los casos, se suma la realización de labores domésticas.

“Me cuido, te cuido”

Con el objetivo de contribuir a mejorar la calidad de vida de algunos cuidadores informales de la zona, la Universidad San Sebastián (USS) logró llevar a cabo el proyecto “Me cuido, te cuido”, el que entregó apoyo en ámbitos de salud física, psicológico, desempeño ocupacional y manejo judicial. Esto mediante intervenciones de tipo individual y grupal guiadas por parte de estudiantes y profesionales de distintas carreras. 

En particular, esta iniciativa benefició a 44 cuidadores de la Fundación “Te cuido” de la comuna de Talcahuano, quienes recibieron capacitación en aspectos de salud motora y ergonómica, salud mental, ámbito audiológico y equilibrio, autocuidado y orientación jurídica. Para este 2023 se espera complementar la colaboración a través de contenidos como fortalecimiento comunitario, cuidado corporal, manejo emocional, autogestión y participación. 

La Directora de Carrera Terapia Ocupacional USS, Cecilia Ponce, indicó que “existió una amplia participación y buena retroalimentación por parte de los cuidadores participantes, sobre todo en las actividades grupales que les permitían vivir momentos de distensión y disfrute, permitiéndoles conocerse mucho más y generando espacios de concientización colectiva”. 

La profesional agregó que, en relación con políticas públicas, existen varias leyes y programas enfocados en la inclusión de personas con discapacidad en distintos ámbitos, entre los que se encuentra la inclusión laboral o educativa. No obstante, para quienes cuidan a estas personas, especialmente a niños, niñas y jóvenes o adultos, solo existe la Ley 21.380 que “reconoce a los cuidadores el derecho a la atención preferente en el ámbito de la salud” y el registro de cuidadores del Registro Social de Hogares, que tiene como objetivo acreditar la condición de cuidador.

Por su parte, Paula Peralta, coordinadora del proyecto, adelantó que “durante 2023 se pretende retomar las acciones realizadas en su etapa inicial, en donde se entregaron herramientas directas a los cuidadores participantes, fortaleciendo habilidades ya adquiridas, y dando respuesta a nuevas necesidades existentes debido al crecimiento interno de la Fundación”. 

“Cuidar implica un gran esfuerzo para quien lo realiza; conlleva un alto nivel de carga física, emocional y socioeconómica, que compromete su salud, bienestar y también su relación interpersonal con la persona enferma”.

Gladys Navarro, Facultad de Medicina de la UCSC

Desafío diario

La Fundación “Te Cuido” comenzó a formarse producto de la necesidad que presentaron quienes se desempeñaban en el rol de cuidadores de familiares o vecinos de personas con dependencia en la comuna de Talcahuano. Esta agrupación se creó en octubre y reúne a los que se dedican todo el día a esta labor sin obtener remuneración. La líder de este grupo es Carolina Avello, quien debe cuidar de su hija de 19 años que sufre de autismo, lo que le ha generado dejar de lado su vida profesional priorizando los cuidados de Florencia. 

“Existe mucha ignorancia sobre el tema, por lo que es urgente educar a la gente porque, lo queramos o no, probablemente todos seremos cuidadores en algún momento de la vida. Se deben mejorar las políticas públicas y con ello otorgar ayuda concreta. Por ejemplo, hace unos meses se lanzó una identificación que nos permite acceder en fila preferencial a atención en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Registro Civil y Fonasa, sin embargo, no es conocido por la población, lo que provoca mucho de reclamo de quienes no lo saben”, comentó Carolina. 

Sin embargo, el apoyo que obtuvieron gracias al proyecto de la Universidad San Sebastián les permitió adquirir conocimientos necesarios para enfrentar de mejor manera su desafío. “Fue una experiencia maravillosa, que nos permitió desahogarnos y nos entregó la contención necesaria que se requiere muchas veces y no siempre se encuentra, considerando el individualismo que prima en estos días. Ejemplo de ello, es que nadie, independiente de conocer mi situación, se ha ofrecido a traerme el pan y eso para mí es todo un problema, cómo salgo a comprar pan”. 

Para ayudar de manera concreta las entidades de este tipo ya se están organizando para contar con una mejor red de apoyo, lo que se traducirá en convocar a gente que pueda realizar voluntariados y así descomprimir el problema. “Nos pueden contactar a través de nuestras redes sociales y también por el municipio de Talcahuano.  Ocupamos cada ventana que nos permite visibilizarnos y esperamos empezar a tener frutos de ello”, finalizó la madre.