Diálogo

El sentido de vivir en familia la Navidad

En este tiempo de Adviento donde nos preparamos espiritualmente para la celebración de la navidad, es importante detenernos y meditar sobre cuál es su significado real y qué sentido tiene vivir este tiempo de en familia, diferenciando el sentido religioso del sentido civil o social.  Por Cristina Durán, Facultad Estudios Teológicos y Filosofía UCSC. Para […]


En este tiempo de Adviento donde nos preparamos espiritualmente para la celebración de la navidad, es importante detenernos y meditar sobre cuál es su significado real y qué sentido tiene vivir este tiempo de en familia, diferenciando el sentido religioso del sentido civil o social. 

Por Cristina Durán, Facultad Estudios Teológicos y Filosofía UCSC.

Para comenzar es preciso dirigir la mirada al pesebre de Belén, el lugar en el que se produjo el gran acontecimiento que se celebra en Navidad, el nacimiento de un niño, esperado por siglos por todo un pueblo y sus grandes profetas. 

Se trata del Hijo de Dios, el Mesías, que se hizo hombre, por lo que es el comienzo del misterio de salvación del que todos nos favorecemos, pues Él trae la buena noticia de la salvación, en Él está la oportunidad de encontrar el Camino, la Verdad y la Vida eterna. 

Es por ello, que el nacimiento de Jesucristo y cada personaje que forma parte de este acontecimiento es una significativa oportunidad para reflexionar y profundizar en este misterio de amor y de salvación. 

El Santo Padre Francisco en su carta apostólica “El hermoso signo del pesebre”, destaca cómo el nacimiento de Jesucristo fue alabado por los ángeles y anunciado a los más humildes y pobres, y cómo los pastores consideran lo esencial como prioridad, pues dice: “A diferencia de tanta gente que pretende hacer otras mil cosas, los pastores se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece ”. Por su parte en San Lucas 2: 13-14 relata el momento del anuncio: “en aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: ‘¡gloria Dios en las alturas! ¡paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!” 

Significado de los regalos

Los Reyes Magos por su parte, que se dedicaban al estudio de las estrellas, viajaron del oriente para encontrar a Jesús, relata San Mateo 2:11 que cuando “vieron al  niño con María, su madre; y arrodillándose le rindieron homenaje. Abriendo sus cofres le ofrecieron oro, incienso y mirra.” 

Cada regalo tenía un significado que revelaba que Cristo se hizo carne, humano, verdadero hombre, y murió por nosotros, por eso recibió oro, en su  calidad de rey; incienso, en su calidad de divinidad; y mirra, que representaba su destino en la tierra; morir por amor por toda la humanidad, pues la mirra la usarían al momento de su muerte ya que se ocuparía para ser embalsamado.  

Hoy en día, donde gran parte del mundo cristiano y no cristiano celebra la navidad como una ocasión de reunión y alegría, como un encuentro socioreligioso, cabe preguntarse ¿cuál es el sentido profundo y completo de vivirlo en familia? ¿Los regalos, las compras desmedidas, tiene relación con el misterio de dar la Bienvenida a Dios, hecho Hombre?

“Es muy fácil dejarse llevar por la magia que nos presenta la publicidad y los medios de comunicación, pues nos encontramos plagados de mensajes navideños que nos llevan a un consumismo desmedido, y que muchas veces hasta se aleja de nuestras posibilidades”.

En parte sí y en parte no. Un presente siempre ha sido catalogado como un signo de cariño, de festejo, por algún acontecimiento especial, en este caso podría relacionarse con alegría de celebrar este acontecimiento de Dios hecho carne que nace y es el Emanuel, el Dios con nosotros, motivo de alegría, gozo y esperanza, pero, por otro lado, no hay que olvidar que este intercambio de regalos o presentes a menudo solo ha tenido un trasfondo comercial y material.

Recuperar la esencia

Hoy más que nunca debemos recuperar un sentido más integral y profundo de este acontecimiento y los valores que nos propone el misterio de Belén, impulsarnos por ejemplo a encontrarnos en familia y celebrar el verdadero sentido de la navidad, pues el mismo Hijo de Dios vino a este mundo por medio de una familia y en ella nace, crece y se desarrolla. 

Es muy fácil dejarse llevar por la magia que nos presenta la publicidad y los medios de comunicación, pues nos encontramos plagados de mensajes navideños que nos llevan a un consumismo desmedido, y que muchas veces hasta se aleja de nuestras posibilidades, trayéndonos frustración y tóxicos caprichos. 

No debemos olvidar que la familia puede crecer espiritualmente como comunidad de personas con personalidad propia y con un carácter moral autónomo, o puede ser un mero reflejo o proyección de la forma de pensar, sentir y actuar del ambiente. 

La familia por ser el origen de nuestra existencia, en su calidad de trasmisores de vida y enseñanzas en el trascurso del convivir, es quien nos aporta en gran medida lo que somos y como somos. Juan Pablo II dijo: Familia se lo que eres [..] una íntima comunidad de vida y amor (FC, 17). 

Es así como Dios no nos deja solos y su misericordia se hace presente, mostrándonos el camino con el ejemplo de la Familia de Nazaret, quien con su testimonio vivo de realización de sus miembros, María, José y su hijo Jesús nos muestra el camino a la santidad y como ser instrumentos en la mano de Dios en la formación de los hijos. 

La familia debe ser entonces protagonista de la búsqueda del significado y sentido de la vida de cada miembro, teniendo como guía a la gran familia de Nazaret. 

“Entonces celebrar el cumpleaños de Jesucristo, su encarnación, es invitarlo a nuestro hogar y sentarlo en  nuestra mesa, es  llenar nuestros corazones con su espíritu, de Paz y amor”.

Entonces celebrar el cumpleaños de Jesucristo, su encarnación, es invitarlo a nuestro hogar y sentarlo en  nuestra mesa, es  llenar nuestros corazones con su espíritu, de Paz y amor. San Pablo nos recuerda el camino para alcanzar la alegría que llena totalmente el corazón “hay que alegrarse en el señor”, Filipenses 3,1.  No debemos olvidar que el regalo más importante que nos podemos dar en la mesa de navidad es preocuparse y ocuparse por la búsqueda del bien de cada uno de los miembros de la familia, es mirarnos y encontrar parte del misterio del nacimiento de Jesús y vivirlo plenamente. Amaos, los unos a los otros, no solo para un momento sino siempre.., invitar a Jesús a nuestra mesa es que entre en nuestros corazones con su espíritu y enfrentar la vida con su compañía y ejemplo. Jesucristo es eterno, su amor y su mensaje también.