Doctora en Inteligencia Artificial y con una trayectoria reconocida a nivel mundial en el desarrollo de herramientas digitales en salud y educación, destaca su relación con la fe y la Iglesia para “sembrar desde la esperanza”.
Érico Soto M.
Omnipresente. Así considera su equipo más íntimo de trabajo a Carol Hullin, postdoctorada en Inteligencia Artificial (IA) y asesora estratégica del Centro de Innovación Digital Latinoamericano, y quien actualmente trabaja como líder de gobierno de datos dentro del sistema de justicia y profesora titular de Calidad y Seguridad en la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad de Tasmania, Australia. Residir en Melbourne, a 14 horas de diferencia con Chile, no resulta inconveniente para seguir muy ligada a la contingencia local, a través de iniciativas de desarrollo y tecnología para mejorar la vida de las personas.
Una historia de vida que se ha hecho conocida por provenir desde un campamento de La Legua, pero que a base de esfuerzo, estudios y superación ha sido capaz de asesorar al Banco Mundial y a la ONU como especialista en temas de salud digital, aportando durante más de una década en conocimiento científico desde las actividades académicas con sus alumnos de programas de posgrado para el desarrollo de políticas públicas, y la implementación de tecnologías inteligentes bajo las premisas de seguridad, calidad y protección de la dignidad humana en entornos digitales.
En su currículo destaca ser una de las autoras del único libro en español sobre informática de enfermería, y que trabaja diariamente con comunidades que buscan innovación en tiempos de crisis utilizando metodologías científicas y tecnológicas para la dignidad humana. Este año lanzará un libro con su autobiografía, buscando inspirar a las nuevas generaciones. Todo eso es Carol Hullin. O Carola Lucay, su nombre de soltera que da cuenta de sus raíces aymara, algo que la enorgullece y no oculta, así como su mensaje de amor para sembrar desde la esperanza.
-¿En qué está por estos días?
-En Australia soy voluntaria de la Iglesia Católica local, administro eucaristía y visito a adultos mayores con demencia, especialmente a los que hablan español, en un centro multicultural. Con mis hijas tenemos la facultad de ser parte de una familia cristiana.
Soy escritora, estoy lanzando mis propias memorias, en una autografía, y estaré en Chile lanzando la edición en español, que se suma a otras en inglés, japonés, francés y portugués. Y también se está pensando en una película, para inspirar a futuras generaciones. Pertenezco a un club de escritores, del que soy directora. Y en Chile tengo un proyecto científico tecnológico, muy grande, para llegar a todos los hogares en los próximos 10 años, creciendo para crear una alfabetización jurídica y constitucional.
-¿Qué mensaje tiene para la comunidad católica?
-Si eres parte de la Iglesia, estamos en una oportunidad histórica de autosanarse. Varias autoridades abusaron de esa autoridad. Pero lo que no podemos nunca es olvidar que estamos para sembrar amor. Y siempre las acciones de amor se multiplican más rápido que el odio.
-¿Cómo resulta para usted que pueda inspirar a través de su historia de superación?
-Mi mirada es bondadosa, de saneamiento, que tiene que ver con mi misión de vida. Estoy muy agradecida a todos mis familiares y comunidad, que dentro de la vista humana lejana se ve pobre, pero la verdad es que hay una riqueza espiritual muy rica, y nos ayudamos el uno al otro. El no haber tenido acceso a agua, no tener un baño adentro, nos permitía ser una comunidad mucho más unida, mientras la gente piensa que superación económica te da la felicidad, y no es así. Trabajo hoy, a los 52 años, no con tantas necesidades básicas, pero hay muchas necesidades de vivir en familia, de mantenerse sano. Venir de vivir en un campamento, de un ecosistema basado en amor, no lo veo como superación. Sí movilidad social, más educación, más salud y trato digno. Pero mi pasado es parte de mi historia, exactamente como Jesucristo vio su origen.
-Usted señala que el estudio debe ser una herramienta para construir…
-Hay un proceso de autoevaluación constante. Cuando uno no tiene las necesidades cumplidas -un buen techo, determinantes sociales, a nivel de desarrollo humano, social, y un acceso a lo justo, que uno debería tener a nivel social-, viene un proceso totalmente de autocuidado, autosanado y autoevaluativo. ¿Para qué estudiar? Cualquier persona puede tener oportunidades El proceso de educación es constante, en la casa, en la comunidad, y la universidad tiene un liderazgo académico, científico, tecnológico. Y en mi caso sigo ligado a ella.
-¿Cuál es mirada de lo que pasa actualmente en el país?
-Puedo dar una perspectiva científica, tecnológico y pedagógica. Pero en el terreno político hay mucha especulación. Obviamente, hay una brecha que hay que juntar, entre los que nos dedicamos a la educación, y desarrollar currículos para el futuro del país y de nuestras comunidades. Podemos tener mucho entusiasmo, pero hay que dedicarse a la investigación, a la sabiduría misma, filosofía y esos términos sagrados no pueden ser solamente deberes del gobierno. Tienen que ser de todos nosotros.
-¿Qué destaca de lo que hecho durante los últimos años lejos de Chile?
-Estoy en Australia desde 1991, pero pasé 10 años con trabajo internacional. Entonces he estado 20 años en mi país, 20 años acá y 10 a nivel mundial, donde me dedico a liderar estrategias políticas, marcos científicos. El aporte mayor para mí fue haber sido la única enfermera con un doctorado en Informática en el 2000. Hoy cualquiera puede hacerlo. Pero partí marcando pauta, sin querer. No se necesita un título o un cargo para liderar. Teniendo disciplina, persistencia y resiliencia, puedes impactar en cualquier lugar donde estés. Y yo mido los impactos a nivel de calidad de vida, trato digno, instrumentos de autogestión para otras personas. Todos son importantes.
-¿Cómo se llega a asesorar al Banco Mundial?
-En el Banco Mundial se hace algo parecido a lo que pasa en los campamentos. Hacemos una “vaca”, para tener la capacidad de responder a las crisis. Solo que esta vez en un marco internacional. En mi caso fue un head hunter que, como estuve hace 25 años cambiando políticas de transformación digital, reconoció mi trabajo en foros y congresos internacionales. Me fui a vivir a Washington, porque era más accesible llegar a la oficina. Sigo asesorando a diversos países, sobre todo en Inteligencia Artificial (IA). Se llega ahí como se llega a cualquier lugar al que quieres ir: con bastante compromiso y consistencia. La diferencia es que tienes que ser totalmente autogestionado, proactivo y, lo mejor de todo, buena persona. Si eres así, las personas te buscan para trabajar contigo, para inspirar, activar una luz.
Ciencia y Sociedad
-¿Cómo proyecta el camino por recorrer en materia de inteligencia artificial?
-He tenido el privilegio de trabajar este tema hace muchos años. Cuando partí, hace décadas en Chile, había mucha burla, y la ignorancia es violenta, siempre. Cuando una enfermera está hablando de IA en una estación de radio, te dicen que esto es imposible. Cuando no hay un entorno explícito, se sorprenden cuando una mamá del campamento está usando matemáticas para contar su plata, por ejemplo. Se sorprenden de que la minoría, en mi caso una mujer indígena, enfermera, de un sector humanizado por la mujer, se mete en temas que los hombres dominan. En parte de mi postdoctorado hice fórmulas matemáticas para hacer agentes inteligentes para medicamentos. Trabajamos innovación en protección, jurídica, tecnologías que nos ayudan a alertar. En esencia, son modelos matemáticos, y en Chile el error más grande es que no fomentamos en las niñas usar números, empatizar que en algún momento nosotros somos números y tenemos que tener la facultad de expresar el contexto en que nos ubicamos. La velocidad de la innovación tecnológica es tan rápida que ahora tenemos que ver soluciones. Es lo que yo hago en ética digital: contextos humanos dentro de contextos de máquinas.
-¿Cómo evalúa la respuesta durante la pandemia?
-Mi evaluación puede ser científica y social. Científicamente, Chile no tiene problemas acceso a las tecnologías disponibles. Fue el primer país de latinoamericano y segundo a nivel mundial en tener la vacunación al día. Eso demuestra que el sistema sanitario de Chile es bastante avanzado, nadie lo puede negar. La diferencia es la alfabetización sanitaria de la población. Hay una brecha entre la educación de las autoridades y un empoderamiento de la persona. El autocuidado digital es un concepto que ya se gatilló a nivel mundial como un proceso económico. Y obviamente requiere una autogestión: nuevo perfil que sale de las universidades. Los mercados están esperando por ellos, no están hechos. Ahora, el médico tiene que tener una transformación digital dentro de su propia consulta, porque son nuevas formas de tratar el comportamiento humano.