Diálogo

Aplicaciones para citas: un camino de vaivenes para encontrar a la media naranja

Psicólogos, sociólogos y expertos en el área digital explican el funcionamiento de estas redes sociales, su impacto en nuestras relaciones humanas y aconsejan cómo usarlas de manera sana y segura. Además, dos ex usuarios comparten sus experiencias. Matías Sánchez V. Buscar pareja en estos tiempos se torna cada vez más difícil, ya sea por tiempo, […]


Psicólogos, sociólogos y expertos en el área digital explican el funcionamiento de estas redes sociales, su impacto en nuestras relaciones humanas y aconsejan cómo usarlas de manera sana y segura. Además, dos ex usuarios comparten sus experiencias.

Matías Sánchez V.

Buscar pareja en estos tiempos se torna cada vez más difícil, ya sea por tiempo, energía o edad, en el caso de las personas mayores. Una vía distinta es usar las aplicaciones para citas, las cuales sirven para encontrar el amor verdadero, una relación pasajera o una amistad duradera (porque también se da).

Según el periodista y experto digital Leonardo González Ramírez, en Chile las más utilizadas son Tinder, Happn, Badoo y Bumble. “La mayoría funciona con la mecánica central de hacer “match” entre usuarios, es decir, se nos presentan perfiles y si uno nos llama la atención, le damos me gusta. Si la otra persona también le dio uno a nuestro perfil, se genera el emparejamiento, lo que permitirá escribirle a la persona de manera directa”, explica.

Cada una de estas aplicaciones tiene matices propios que apuntan a diferentes públicos. Por ejemplo, Tinder y Badoo abarcan diferentes edades y gustos, mientras que Happn se conecta con personas con las que nos hemos cruzado y que tienen la app. Otras como Bumble se centran en generar espacios más seguros, donde las mujeres son las únicas que pueden iniciar la conversación, en caso de hacer match.

Una vez detallado el panorama de las aplicaciones para citas, y para no caer en un uso sin sentido, es necesario preguntarse para qué se van a utilizar. “Lo primero que debemos hacer es preguntarnos qué queremos, ya que es diferente si es para pasar el rato, conocer gente o querer una pareja estable o un amigo. Eso, porque tiene que ver mucho con tu necesidad del momento, y podría pasar que al estar viviendo un quiebre amoroso, estás intentando olvidarte de esa persona y ahogar la pena”, puntualiza la psicóloga Bárbara Azócar Espinoza.

Idea que refuerza Sady Maureria Bulnes, director y consultor en CX Chile, empresa dedicada a mejorar la experiencia del cliente a través de metodologías de diseño y experiencia. El también periodista recomienda hacer una introspección e incluso acudir a un psicólogo antes de usar alguna aplicación para citas. “Es necesario saber cuáles son tus estados de ánimo para identificar si tu motivo es por soledad, depresión o, incluso, por una crisis de pareja. Porque si cometes una infidelidad, significa que lo haces, porque no resolviste un problema a tiempo”, alerta.

Consejos sobre su uso

Una vez que se tiene claro el objetivo, es importante también conocer los resguardos que se deben tener en el mundo digital y, más importante aún, en la interacción con personas desconocidas. Porque, por más química que exista entre los usuarios, no se saben los pensamientos o intenciones del otro. Como dicen: “uno ve caras, pero no corazones”.

Una de las primeras recomendaciones que da Leonardo González, es nunca entregar datos privados, tales como claves de cuentas, RUT, dirección o cualquier otro tipo de información privada. “El uso de estas plataformas también se presta para el envío de fotos o vídeos, situación en la que debemos considerar los potenciales riesgos si es que se comparte contenido con alguien que no conocemos en profundidad”, asegura.

“Lo primero que debemos hacer es preguntarnos qué queremos, ya que es diferente si es para pasar el rato, conocer gente o querer una pareja estable o un amigo”, Bárbara Azócar, psicóloga.

Asimismo, Leonardo González advierte sobre las cuentas falsas, las que generalmente tienen fotos en baja resolución, borrosas o donde no aparece nunca la persona. “La mayoría de las aplicaciones de encuentros o citas cuentan con sistemas de verificación similares a las que usa Twitter. Estos procesos pueden ser desde enviar una foto o incluso subir una copia de nuestros documentos de identificación”, detalla.

Un consejo para la presencialidad es compartir con algún amigo la geolocalización. “Si te juntas con alguien, avísale a una persona de confianza y muéstrale una foto de la cita”, dice Bárbara Azócar, académica de la carrera de Psicología de la U. del Desarrollo.

Amor y cuerpo

Planteados estos consejos, algunas de las críticas que tiene el uso de aplicaciones para citas son que incentivan el culto al cuerpo y eliminan el amor romántico. Eso, porque argumentan que se mueve todo en un ambiente de superficialidad (las fotos son las que hacen que nos escojan). No obstante, el objetivo que tenga el usuario será lo que obtenga del encuentro (y de la otra persona).

Para el doctor en sociología Luis Silva Burgos, el hecho de que las citas virtuales se guíen por las imágenes corresponde a un acto primario que tienen los seres humanos, quienes observan el exterior, en este caso el cuerpo, para adquirir la primera información de los demás. “Eso se explica evolutivamente, debido a que el hombre y la mujer necesitan los mayores niveles de información disponible respecto de su entorno para tomar decisiones y vivir con relativa certeza”, afirma el también académico de la USS.

Pero más allá de una explicación evolutiva, hay quienes piensan que podría propiciar ambientes de hipersexualización o de superficialidad. “Creo que en general las redes sociales fomentan esas conductas, pero no significa que todas las personas lo perciban así. Ahora bien, esas dinámicas también se pueden observar con facilidad fuera del plano digital”, puntualiza Leonardo González.

La magíster en Psicología Educacional Bárbara Azócar igualmente cree que puede existir un culto al cuerpo. Eso, porque las personas deben poner su mejor foto para posicionarse entre el resto de los usuarios. “La foto más cercana a la realidad es la más fea. Eso sirve para aterrizar las expectativas”, aconseja.

Respecto al amor romántico, éste no se esfumaría en el ambiente digital, sino que simplemente mutaría. Desde enviar flores (físicas o virtuales) hasta compartir videollamadas. “Eso depende más de las personas y de cómo construyen el amor y sus relaciones, que en la forma que eligen encontrarlo”, asevera el experto digital Leonardo González.

Historia de Tinder: “Cara”

Para saber más sobre sus pros y contras, lo mejor es conocer la experiencia de usuario. La primera historia es de “Fabiola”, quien accedió a contarla a cambio de resguardar su identidad. Esta mujer de 36 años comenzó usando esta red para ampliar su círculo, porque sus posibilidades de conocer varones estaban limitadas.

“Mis amigas están todas casadas, en la institución donde trabajo hay pocos hombres y encima tienen pareja estable. Entonces, no tenía muchas opciones de conocer a gente de mi interés. Lo vi como una opción válida, sobre todo porque este tipo de redes son bien populares”, cuenta.

“El uso de estas plataformas también se presta para el envío de fotos o vídeos, situación en la que debemos considerar los potenciales riesgos si es que se comparte contenido con alguien que no conocemos en profundidad”, Leonardo González, periodista.

Fabiola dice que pasó por altos y bajos: desde tener un pololo por un breve periodo hasta reforzar su autoestima. “Hay personas que han tenido experiencias frustrantes porque sus posibilidades son 10. En cambio, acá hay una gran variedad y te das cuenta de que eres atractiva e interesante para otras personas de distintos lugares, niveles socioeconómicos y profesiones”, enfatiza.

Por eso, de tanto intentarlo, conoció a su media naranja: “Alejandro”. “Me gustó porque en sus fotos puso sus intereses. Por ejemplo, publicó un telescopio que él construyó. Además, hubo feeling y coincidimos en los gustos. Cuando comenzamos tuvimos citas por Zoom y nos conectábamos para ver algún show en vivo desde cada una de nuestras casas”, detalla.

Tras liberarse las restricciones sanitarias, decidieron juntarse y desde ahí nació la magia. “Estuvimos cerca de un año pololeando y sabíamos que esto iba para algo más serio. Así, que me pidió matrimonio en una cabaña que arrendamos por el fin de semana. Nos casaremos por el civil en febrero y por la Iglesia en noviembre”, dice alegremente Fabiola.

Historia de Tinder: “Sello”

Lamentablemente no todas las historias son color de rosa. Es el caso de René Ramos, quien decidió usar Tinder para desahogarse y volver a sentir el contacto femenino, luego de separarse de su mujer con quien tuvo 35 años de matrimonio. Uno de los argumentos del informático fue el mismo que expuso Fabiola, las pocas oportunidades para conocer a una persona.

“Por mi profesión, estoy bastante solo en casa, porque no salgo a pasear y no voy a los malls ni a ninguna otra parte. Además, mis tres hijos están casados y mis amigos también. Entonces, todos ellos están en una onda diferente a la de un soltero como yo”, explica este hombre de 59 años.

Sus malas experiencias se traducen en dos chats y una cita. Las dos primeras las bloqueó porque no fueron honestas con él y porque las fotos no correspondían a las de ellas. Mientras que con la tercera se juntaron en un café a conversar. “Era una mujer muy inteligente y preparada. Nos llevamos bien y chateamos harto, pero un día me dijo que no podíamos estar juntos porque yo era un alma joven y que ella era una mujer más tranquila”, recuerda. Finalmente la bloqueó.