El problema de las pensiones es solo la punta del iceberg entre una serie de otros factores en los que se ha avanzado muy poco para mejorar la situación de las personas mayores de 60 años, grupo de población que pronto superará a la niñez.
Por Carolina Astudillo M.
Todos los cambios van sucediendo muy rápido. Cambio en las tecnologías, cambio climático, el paso del tiempo. Y sí, ese paso del tiempo, se refleja también en el cambio demográfico: la población “envejece”, ha aumentado nuestra esperanza de vida -en Chile, hoy es de 84 años para mujeres y 78 años para los hombres-, y las personas mayores de 60 años representan cerca del 19%, cifra que en 1992 era solo de un 9,5%. Y se espera que para el 2050 esa proporción aumente al 32%.
La Coordinadora Regional del Servicio Nacional del Adulto Mayor del Biobío Janine Albarrán, detalla que en este envejecimiento de la población influyen la baja natalidad, pero también a los avances de la medicina y los sistemas de vida concentrados en ciudades, que permiten un mayor acceso a servicios. Según la encuesta CASEN 2022, las regiones que concentran una mayor proporción de personas mayores son Ñuble, Valparaíso y O’Higgins. En el caso de la región del Biobío, la proporción es de un 19,6%.
Que las sociedades muestren estas “pirámides invertidas” en la composición de población, con una mayor proporción de personas adultas, ha sido señal de “éxito” o “progreso”, dado que efectivamente aumentar las expectativas de vida es un logro sanitario. No obstante, esto implica también atender una serie de desafíos para cuidar la calidad de vida de los grupos etarios que van aumentando en proporción. En este sentido los aspectos normativos -que son cruciales y urgentes-, son solo la punta del iceberg. El trato social sobre “la vejez” y las personas mayores, tienen una fuerte influencia en avanzar u obstaculizar el bienestar. Y no atender este asunto, podría traer serias consecuencias. Los problemas que hoy afectan a ese 19%, serán en unos años más para una población que superará el 30% de la sociedad. Y todos estamos en camino a formar parte de ellos.
El estereotipo de “la vejez”
La cultura en este momento de la historia es capaz de identificar fácilmente que no debemos excluir a las personas por su etnia, género, o clase social. Sin embargo, la discriminación por edad o “edadismo”, es actualmente normalizada en nuestra sociedad, afecta a jóvenes y personas mayores, y dado el incremento de este último grupo, adquiere mayor relevancia.
La sociedad chilena tiene estereotipos arraigados sobre la vejez. Y no son precisamente buenos. Los prejuicios son negativos, discriminando a las personas mayores en una serie de ámbitos. La académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Mari Alarcón, Magíster en Gerontología, indica a modo de ejemplo, que este periodo de la vida se asocia con dependencia, “y solo el 15 % de este segmento tiene algún grado de dependencia”. Asimismo, agrega, existe escasa representación en los medios de comunicación y cuando se les representa “lo habitual es una fotografía y/o vídeo de una persona mayor utilizando bastones”.
La sociedad en Chile ha establecido ciertos parámetros para las distintas edades. ¿Quién no se ha escuchado o se ha visto declarando que las personas mayores no pueden usar determinadas vestimentas, no pueden acudir a determinados lugares, que son frágiles física y mentalmente, que no se adaptan a los cambios, no son productivos, son dependientes económica y físicamente, no aprenden nuevas cosas?
Asimismo, desde la perspectiva del área de salud, no solo ha sido evidente que la formación de especialistas no es coherente con el aumento exponencial del envejecimiento. También escasea la especialización de distintas disciplinas en relación a este grupo. “La atención pública tiende a favorecer la interdisciplina en particular en la atención primaria de salud (Cesfam). En el nivel secundario -como los hospitales-, no necesariamente se desarrolla de manera integral la atención interdisciplinaria de la persona mayor. La cantidad de especialistas no solo médicos sino kinesiólogos, enfermeras, trabajadores sociales, o nutricionistas en temáticas de geriatría y gerontología es deficitario en relación a la demanda de este grupo poblacional”.
Alarcón, quien es nutricionista, se ha especializado en estas materias y es parte del Diplomado en Gerontología Social que dicta la UCSC, señala que, así como se deben promover políticas públicas, la sociedad también debe contribuir a que estas se establezcan. “La Organización Mundial de la Salud propone estrategias que contemplan generación de Políticas Públicas, legislación, intervenciones educativas en la formación de nuevos profesionales de todos los sectores y en todos aquellos actores que desempeñan el rol de educadores y finalmente intervenciones de contacto intergeneracional. Ejemplo de ello es incluir a personas mayores en roles positivos y diversos en medios de comunicación y publicidad, mostrando su contribución activa a la sociedad, promover campañas educativas que muestren la diversidad de las experiencias de las personas mayores y contrarresten los estereotipos comunes, apoyar la investigación que explore las experiencias de envejecimiento positivo y divulgar historias de éxito que desafíen las ideas preconcebidas, involucrar a las personas mayores en la toma de decisiones que afectan sus vidas, fomentando su participación activa en la comunidad, entre otros. Superar los estereotipos y prejuicios hacia las personas de este segmento poblacional requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad, incluyendo cambios en la educación, la política, y la cultura, para reconocer y valorar la diversidad y la contribución de las personas mayores”.
“Superar los estereotipos y prejuicios hacia las personas de este segmento poblacional requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad, incluyendo cambios en la educación, la política, y la cultura, para reconocer y valorar la diversidad y la contribución de las personas mayores”
Mari Alarcón, académica Facultad de Medicina UCSC
Políticas públicas
Estos últimos años, ha cobrado mayor visibilidad la situación de las personas mayores, con la discusión sobre las pensiones, o la mirada que puso la película “El Topo”, a través de su personaje, en los hogares de acogida. A juicio de la académica Mari Alarcón, el Estado está avanzando en la generación de políticas públicas que contribuyan al bienestar de las personas mayores, como “la Pensión Garantizada Universal (PGU) destinadas a personas mayores de 65 años. Otro ejemplo es la colaboración que existe en algunas comunas del país con la Organización Mundial de Salud en el “Programa Ciudades Amigables con las Personas Mayores” quebusca adaptar las ciudades chilenas para que sean más accesibles y acogedoras para las personas mayores”. Además, indicó, disponer de un organismo como el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) es un facilitador para ejecutar acciones que protejan a las personas mayores”.
Janine Albarrán, de Senama Biobío, agrega que actualmente se encuentra en Hacienda, el Proyecto de “Ley Integral de las Personas Mayores y de Promoción del Envejecimiento Digno, Activo y Saludable”, que no solo garantiza derechos, sino que también “aborda un problema estructural sobre el abandono social, además de fortalecer al Servicio Nacional del Adulto Mayor”. La profesional destaca, entre las políticas públicas de los últimos años, los programas de Centros Diurnos Comunitarios, que atienden a aquellos con dependencia leve-moderada y que les permite recuperar su funcionalidad física y psicoemocional, a través de diversos talleres implementados por equipos transdiciplinarios –“en la región del Biobío, se pasó de 2 a 18 nuevos centros, beneficiando a más de 1.200 personas, gracias a la meta presidencial del gobierno del Presidente Gabriel Boric”, y la Ley de Copago 0 que favorece al 90% de las personas mayores afiliadas al Fonasa -que incluye medicamentos y que se cruza con la Ley de atención preferente a personas mayores en Salud-.
Se suma el subsidio de arriendo y el programa de Condominios de Viviendas Tuteladas y programas de atención y cuidados domiciliarios, “que son insuficientes para contrarrestar la creciente demanda de cupos en establecimientos de larga estadía. Estos programas buscan mejorar la calidad de vida de las personas mayores, proporcionando apoyo en sus hogares y facilitando el acceso a viviendas adecuadas. Sin embargo, los desafíos incluyen la necesidad de ampliar la cobertura de estos programas, mejorar la calidad de los servicios y asegurar la sostenibilidad financiera de las pensiones” agregó Albarrán.
“Los desafíos incluyen la necesidad de ampliar la cobertura de estos programas, mejorar la calidad de los servicios y asegurar la sostenibilidad financiera de las pensiones”
Janine Albarrán, de Senama Biobío
La caridad empieza por casa
En este mes de las personas mayores, y antes de esperar a que el Estado avance en las políticas públicas, la sociedad civil también puede contribuir a un cambio para dejar atrás los estereotipos. Los primero es revisar el cómo nos relacionamos con quienes nos rodean y con quienes nos vamos encontrando día a día. “¿Como tratamos a las personas mayores?, ¿las infantilizamos?, en las ocasiones en que acompañamos a trámites o a consultas médicas a la persona mayor que es autovalente física y cognitivamente ¿dejamos que ella responda las preguntas? ¿o hablamos por ella?, ¿reconocemos que las personas mayores poseen la misma diversidad que los grupos de personas en etapas previas?” son algunas de las preguntas que la académica invita a plantearse. Asimismo, agrega Mari Alarcón, debemos favorecer el encuentro intergeneracional en las familias y comunidades para que niños y niñas compartan, conozcan, y desarrollen experiencias que permita conocer y acercar a las personas mayores, lo que da forma a un circulo virtuoso de contribución mutua y reducción de estereotipos.