Desde ayudarlos a moverse y escribir o dibujar hasta ayudarlos a relacionarse con sus compañeros, el apoyo profesional temprano puede mejorar la calidad de vida de las personas con TEA. Especialistas abordan cómo reconocerlo y qué hacer en caso de detectar las primeras señales.
Por Tania Merino M.
“Para mí, asistir al colegio era una fuente constante de angustia siendo una niña autista… Mi llanto en ese período, como muchos suponían, no era mero capricho, o dependencia excesiva. Para mí, cada día escolar era sensorialmente agotador, pero como niña no tenía las herramientas, ni la madurez, para expresarlo”. El testimonio de Ailyn Falk, integrante de Fundación Unión Autismo y Neurodiversidad, FUAN, da cuenta del impacto que puede tener el Trastorno del Espectro Autista (TEA) en el desarrollo de niños y niñas.
Expertos coinciden en que identificar esta condición apenas aparecen las primeras señales no solo facilita intervenciones más efectivas, sino, además, permite aprovechar la mayor capacidad de adaptación en la infancia. Una intervención anticipada puede mejorar de manera significativa el desarrollo de habilidades sociales, comunicativas y adaptativas, favoreciendo una integración más eficaz en el entorno escolar y social y elevando la calidad de vida general del niño.
Signos tempranos del TEA
El Trastorno del Espectro Autista es una condición del neurodesarrollo que se manifiesta de manera diversa entre los individuos y a lo largo del tiempo. Gabriela Araya, neuropediatra del Departamento de Pediatría de la Universidad de Concepción, explica que se trata de “una condición del neurodesarrollo que está presente desde etapas tempranas de la vida con manifestaciones muy heterogéneas”. Esta variabilidad puede dificultar la identificación temprana, ya que los signos pueden variar ampliamente entre diferentes niños y también en el mismo niño a medida que crece.
La especialista señala que, en la evaluación de un niño pequeño, “es crucial estar atentos a ciertos signos de alerta que pueden indicar la presencia del TEA”. Entre los primeros signos a observar en un lactante de 12 meses, se incluyen la falta de respuesta al nombre, la ausencia de señalamiento hacia objetos de interés y una mirada escasa a los ojos”. Estos comportamientos, explica, pueden ser indicadores tempranos de que el niño podría estar en el espectro autista, describe la especialista.
“Ya a los 18 meses los padres deben estar atentos a señales como, por ejemplo, el no iniciar juegos de simulación, como darle de comer a un peluche, o si tiene poco interés por otras personas o realiza movimientos repetitivos como aleteo y girar en círculos. En estos casos Araya sugiere que “es importante que los padres consulten a un especialista al observar estos signos, ya que la intervención temprana puede tener un impacto significativo en el desarrollo del niño”, agrega.
Marta Hernández, pediatra y académica de Medicina en la Universidad Andrés Bello, complementa lo señalado por lo neuropediatra, agregando que, desde los 6 meses, los padres pueden notar que “sus hijos se ríen menos, no miran a sus padres” y presentan una actitud inusualmente seria. Entre los 12 y 24 meses, los signos adicionales incluyen una pasividad notable, falta de respuesta al nombre y retraso en el desarrollo del lenguaje.
Para los niños de 2 a 3 años, en tanto, la ausencia de juego simbólico y el rechazo a señalar objetos son indicios preocupantes. En la etapa escolar, los niños pueden presentar dificultades más evidentes en la sociabilidad, como “no entender bromas” y la falta de interés compartido con otros niños.
Desde la Terapia Ocupacional, Bárbara Troncoso, académica de la Universidad de Las Américas suma detalles importantes de observar. Agrega que los niños con TEA a menudo muestran “una disfunción en el juego, generalmente tienen un juego solitario, poco funcional y desorganizado”. Además, pueden enfrentar dificultades sensoriales que afectan su participación en actividades cotidianas, como el rechazo a ciertos tipos de ropa y problemas en la tolerancia a sonidos o contactos físicos.
Una herramienta a la que los padres y tutores pueden acceder es la “Guía de Diagnóstico y Apoyos Tempranos en el Espectro Autista, de la Fundación Unión Autismo y Neurodiversidad, FUAN. Esta guía, recomendada por las expertas, proporciona información detallada sobre cómo reconocer las señales tempranas del TEA y cómo proceder con la evaluación y la intervención.
“Entre los primeros signos a observar en un lactante de 12 meses, se incluyen la falta de respuesta al nombre, la ausencia de señalamiento hacia objetos de interés y una mirada escasa a los ojos”.
Pasos por seguir ante la sospecha
Cuando los padres advierten señales de que su hijo o hija puede tener TEA, es esencial actuar de inmediato. El primer paso recomendado es consultar con un médico de confianza y solicitar pruebas de apoyo diagnóstico como el cuestionario M-CHAT basado en una serie de conductas a medir. Hernández enfatiza que “si hay sospecha diagnóstica alta de TEA, se debe realizar una evaluación por neurología”. Esta evaluación permite realizar un diagnóstico diferencial, descartar otras patologías y comenzar una intervención adecuada.
En la misma línea, la neuropediatra Gabriela Araya enfatiza la necesidad de acudir a un profesional. Al hacerlo, asegura, es posible llevar a cabo una evaluación multidisciplinaria. “La detección temprana permite descartar o tratar algunas enfermedades asociadas al TEA, lo que puede mejorar la evolución del niño”.
Además, permite aprovechar la plasticidad neuronal, que es particularmente rica en los primeros años de vida. Araya subraya que “la intervención precoz debe ser multidisciplinaria, centrándose en las fortalezas del niño e involucrando a toda la familia”, para ayudar a mejorar las habilidades de juego, la capacidad cognitiva, el habla y el lenguaje, así como también el deseo de interacción con otros.
Tal como lo evidencia la profesional UdeC, en el testimonio de Aylin también queda reflejada esta dificultad de relacionarse con otros durante su vida escolar. “Recuerdo muy bien que en los primeros años de colegio cuando trataba de estar sola en el recreo (que es un tiempo de mucho bullicio y mucha actividad física y social), mis profesores me decían, y lo recuerdo muy bien: ¿Qué hace usted aquí sola? Vaya a jugar con sus compañeras”. En su relato, disponible en FUAN, recuerda que, “lo único que deseaba en ese período de tiempo, era estar en un lugar tranquilo, revisando libros con muchas imágenes y colores brillantes, o dibujando y pintando; actividades que para mí eran relajantes”.
Recursos y apoyo a través de la terapia
Para enfrentar un diagnóstico de TEA, Hernández aconseja a los padres que comprendan que el TEA “no es una enfermedad sino una condición que estará toda la vida”. Es importante iniciar un plan de intervención multidisciplinario lo antes posible para mejorar la calidad de vida del niño y reducir barreras. En lugar de buscar la “neurotipicidad,” el enfoque debe estar en trabajar con las características únicas del niño, promoviendo un desarrollo respetuoso y personalizado.
Una vez realizado el diagnóstico, las familias tienen acceso a varios recursos y medios de apoyo que son cruciales para el desarrollo del niño. En 2023, la Ley 21.545 en Chile estableció que el Estado debe desarrollar y promover el acceso al diagnóstico y a servicios multidisciplinarios en salud y educación. Esta ley busca garantizar que las familias reciban el apoyo necesario y accedan a los recursos adecuados para enfrentar el diagnóstico.
El primer paso recomendado es consultar con un médico de confianza y solicitar pruebas de apoyo diagnóstico como el cuestionario M-CHAT basado en una serie de conductas a medir.
Las actividades específicas que se usan para mejorar las habilidades de comunicación generalmente serán guiadas por un fonoaudiólogo, a través, por ejemplo, de sistemas de comunicación aumentativo alternativo de alta y baja tecnología, disponibles en distintas plataformas, como la app Proloquo, una de las más conocidas. También existen tableros de comunicación los cuales son de baja tecnología que ayudan a que los sujetos no hablantes puedan comunicarse en sus distintos contextos.
En esta etapa y las que vendrán a futuro, Bárbara Troncoso, destaca el papel de la terapia ocupacional para “mejorar la calidad de vida y desarrollar la autonomía e independencia del sujeto con el apoyo familiar y redes significativas”. Las sesiones pueden incluir actividades específicas para mejorar habilidades motoras y sensoriales.
“Con el desarrollo de habilidades motoras podemos generar un mayor desempeño en distintos contextos, siendo uno de los más requeridos el contexto escolar, trabajar habilidades motoras finas nos permitirá que el sujeto pueda dibujar y escribir correctamente, recortar y pintar. Trabajar habilidades motoras gruesas nos permitirá que el niño pueda correr, bailar, saltar, lo cual favorecerá al niño/a desenvolverse con sus pares”, explica la académica UDLA.