Economistas de cuatro casas de estudios de la Región analizan la situación de Huachipato, el rol que debería jugar el Estado, la posibilidad de una reconversión y los procesos que ha vivido el país cada vez que un ciclo productivo se cierra.
Por Tania Merino M.
Aunque es tentador comparar la situación que enfrenta la siderúrgica regional con lo ocurrido con el carbón y el salitre -en especial porque la crisis en Lota y Coronel todavía está fresca en la retina de los habitantes del Biobío-, la realidad es que, salvo por el impacto que tendrá en los trabajadores y sus familias, hay pocos puntos para unir como similitudes. Probablemente uno de ellos sea la amenaza del fin de una actividad productiva en el contexto país y el temor que esto implica, si bien todavía la última palabra no está dicha.
“Es doloroso -dice el economista Claudio Parés-, especialmente para los trabajadores, pero, a diferencia del carbón o el salitre, esta crisis se anunció hace mucho tiempo y pudo ser evitada”. Para el académico de la Universidad de Concepción, la falta de visión estratégica es, sin duda, una de las causantes de esta debacle. “Si valía la pena seguir produciendo acero, debieron realizarse las inversiones. De lo contrario, debió planificarse un cierre controlado que protegiera a los trabajadores. Es lo que deberíamos buscar ahora, tal vez una última salvaguarda para que el cierre sea lo menos doloroso posible, porque es poco creíble que una empresa que tuvo más de una década para preparar un plan de inversiones lo vaya a ejecutar ahora”, reflexiona.
Es frente a este contexto que la pregunta sobre si hemos aprendido de las lecciones del pasado, o de si estamos preparados para afrontar los desafíos que plantea el futuro en cuanto a los ciclos productivos, parece inevitable.
Cobre y Litio
De lo ocurrido entre la crisis actual y las anteriores en la región y el país surge la necesidad de revisar nuestra capacidad para respuesta y adaptación ante los cambios en el panorama económico. En el caso del cobre y el litio se prevé que ambos metales enfrenten desafíos similares en el futuro, con intentos de reemplazo del metal rojo y costos crecientes en la explotación minera. “Ya tenemos noticias de algunos intentos por reemplazar al cobre por otros compuestos como ocurrió con el salitre y sabemos que se está haciendo cada vez más cara la explotación de las minas de cobre”, advierte el economista. Y si bien aclara “no es algo que vaya a pasar ‘mañana’, sí deberíamos prepararnos para no depender más de él en algunas décadas”.
La extracción de litio, en tanto, recién comienza, “por lo que debería durarnos más tiempo, pero, analizando las otras experiencias, sabemos que no será eterno: Necesitamos usar las ganancias de este tipo de industrias para potenciar otros negocios sustentables”, agrega.
Una opinión que es compartida por el académico de Ingeniería Comercial de la Universidad Andrés Bello, Marcelo Gutiérrez, para quien, “dados los últimos resultados operacionales y financieros publicados por Codelco, es muy difícil no comparar los escenarios iniciales, altos costos fijos, baja productividad y alto costo final por unidad producida, explicado en términos de eficiencia, y no pensar en un futuro de largo plazo muy incierto. Ahora, aún están a tiempo de revertir situaciones de eficiencia, tecnología y adecuaciones necesarias para hacer más sostenible el modelo”.
La falta de inversión y la acotada innovación son también amenazas que observa el economista de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Pablo San Martín. “Desde siempre sabemos que el cobre es un excelente conductor eléctrico y, respecto del litio, el avance tecnológico permitió poner en valor a este mineral. No obstante, en la medida en que existan nuevos descubrimientos científicos, que lleven a nuevas tecnologías, también pudiesen ser reemplazados o quedar obsoletos”.
Cese de faenas
El término de ciclos productivos es un fenómeno recurrente en la historia económica, donde diversas industrias han experimentado cambios profundos que han llevado al declive y cierre de operaciones. Estos episodios revelan lecciones importantes para el futuro.
En el caso del salitre y el carbón, la llegada de sustitutos más económicos y eficientes marcó el comienzo del declive de estas industrias. Estos reemplazos, ya sea por cambios tecnológicos o nuevas formas de extracción, hicieron que la producción tradicional fuera menos competitiva y, en última instancia, inviable económicamente. La falta de adaptación y modernización de estas industrias contribuyó significativamente a su término. A diferencia de los casos anteriores, donde el cambio tecnológico fue el principal motor del declive, en Huachipato la falta de adaptación y visión estratégica han sido determinantes a juicio de los expertos.
En todos estos casos, la dependencia excesiva en una sola actividad económica ha demostrado ser un riesgo significativo. La falta de diversificación ha dejado a las comunidades y trabajadores vulnerables ante los cambios en el mercado global. Esto destaca la importancia de una planificación estratégica a largo plazo y una mayor atención a la diversificación económica para mitigar los impactos negativos de estos términos de ciclo en el futuro.
“A diferencia del carbón o el salitre, la crisis del acero se anunció hace mucho tiempo y pudo ser evitada”. Si valía la pena seguir produciendo acero, debieron realizarse las inversiones. De lo contrario, debió planificarse un cierre controlado que protegiera a los trabajadores”
Claudio Parés, economista UdeC
Sobre el papel que el Estado debería desempeñar en la crisis que enfrenta Huachipato, Parés estima que éste debe asegurar que los trabajadores reciban indemnizaciones adecuadas en caso de quiebra de la empresa. Además, enfatiza en la necesidad de apoyar a las familias con subsidios para empleos productivos, con el objetivo de no perpetuar la dependencia de Huachipato.
José Ignacio Hernández, investigador de la Facultad de Economía y Gobierno de la Universidad San Sebastián va en la misma línea, enfatizando el deber del Estado de “buscar medidas que minimicen las consecuencias negativas de un cierre de Huachipato, en particular sobre los casi 22 mil trabajadores y sus familias que ven hoy su futuro económico con incertidumbre”.
Por otro lado, Pablo San Martín destaca la importancia de medidas estatales para garantizar una competencia justa en el mercado del acero, proponiendo la imposición de tasas arancelarias más altas para contrarrestar prácticas desleales de competidores extranjeros.
De acuerdo con lo señalado en la prensa en los últimos días, si bien el foco de controlador de la planta acerera está puesto en “emparejar la cancha” frente a la importación de acero asiático, el gerente general de CAP, Nicolás Burr, indicó a CNN que no se descarta ninguna alternativa para solucionar la problemática ocasionada por el dumping chino, incluso incluir la contribución de un socio estratégico.
La falta de diversificación ha dejado a las comunidades y trabajadores vulnerables ante los cambios en el mercado global. Esto destaca la importancia de una planificación estratégica a largo plazo y una mayor atención a la diversificación económica para mitigar los impactos negativos de estos términos de ciclo en el futuro.
Eventual reconversión
La posibilidad de una reconversión en Huachipato también es analizada por expertos. El representante UNAB sugiere que cualquier proceso de reconversión debería ser más eficiente y controlado que el experimentado en la ex zona del carbón, evitando quiebres y resquemores. Claro que a estas alturas nadie puede asegurar que vaya a darse un proceso de este tipo. Y es que, en el caso de Huachipato y la zona, hay mucho menos dependencia del acero de lo que había entre Lota/Coronel y el carbón. Además, opina el economista de la UdeC, “este debería ser financiado por la empresa finiquitada y no por el Estado, por lo que no me queda claro que vaya a hacerse ni que vaya a ser realmente parecido a lo ocurrido en los ’90”.
Desde la USS, Hernández también plantea la necesidad de que el Estado minimice las consecuencias negativas de un eventual cierre de Huachipato sobre los trabajadores y sus familias, brindando apoyo económico y buscando la protección del empleo. Advierte que aún es pronto para saber cuál será el destino de Huachipato, pues quedan instancias de apelación a la recomendación de sobretasas, lo que podría hacer que el monto de los aranceles cambie y así dar una nueva oportunidad a la tradicional empresa de la Región del Biobío.