Llegó a Concepción un año después del 27/F, cuando tuvo que asumir el liderazgo para la reconstrucción de varios templos destruidos. Hoy deja un legado espiritual y de obras materiales que valoran tanto creyentes como no creyentes.
Por Cecilia Díaz R.
El domingo 15 de octubre, a las 18:18 horas, monseñor Fernando Chomali Garib recibió un llamado que cambió el curso de su vida y también la historia de la Arquidiócesis de Concepción.
Si bien no le contestó de inmediato al nuncio, monseñor Alberto Ortega, al devolverle el llamado se enteró de que el Papa Francisco lo había nombrado arzobispo de Santiago. Estuvo bajo secreto pontificio hasta las 7:00 horas del miércoles 25 de octubre, cuando se conoció la noticia que generó sentimientos encontrados en la comunidad católica local. Alegría por la designación y pena por la partida de un pastor que guió a la Iglesia en tiempos complejos.
En estas ajetreadas semanas, monseñor se ha dado tiempo de escribir sobre su experiencia en Concepción y lo que será la tarea pastoral que le han encomendado.
Una vez que dejó de hablar con el nuncio esa mañana de domingo, recordó sus inicios en la Iglesia. “Las emociones se agolparon en mi mente y en mi corazón. Me acordé cuando ingresé al seminario el año 84 y la vida de Iglesia de ese momento y los tiempos que corren ahora. Me daba cierta tristeza dejar Concepción, porque doce años intensamente vividos me han marcado la vida”.
Doce años que no tuvieron un fácil inicio. Monseñor Chomali llegó a Concepción un año después del terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010 cuando los efectos de la catástrofe eran aún evidentes.
“Llegué a Concepción a un año del terremoto del 2010. Fue el 28 de mayo del 2011. Más de 50 templos destruidos, pero al mismo tiempo encontré una Iglesia con muchas ganas de reconstruir sus templos. Después de 12 años hemos podido reconstruirlos. Ahí me di cuenta de una Iglesia muy viva que ama sus templos. La comunidad en Concepción es muy madura y quiere mucho sus templos, pero sobre todo a sus sacerdotes”, rememora hoy. Destaca el titánico trabajo que hicieron para conseguir recursos para la reconstrucción. Ese fue el comienzo de un período prolífico en obras, pero también lleno de grandes desafíos.
“En la Arquidiócesis de Concepción no hay una parroquia que no tenga una acción social con los más necesitados, sean personas vulnerables, migrantes, adultos mayores. Creo que esa es la mayor riqueza de la Iglesia y la reconocen creyentes y no creyentes”
Junto a los más necesitados
Monseñor Chomali valora la labor de la arquidiócesis en favor de aquellos más vulnerables. Menciona la mejora en el servicio de la Fundación Ciudad del Niño que atiende a más de 1.500 niños derivados por los tribunales. Asimismo, destaca el rol de la Pastoral en todas las parroquias. “En la Arquidiócesis de Concepción no hay una parroquia que no tenga una acción social con los más necesitados, sean personas vulnerables, migrantes, adultos mayores. Creo que esa es la mayor riqueza de la Iglesia y la reconocen creyentes y no creyentes”.
Al trabajo de la Arquidiócesis, monseñor sumó relevantes obras. Como legado deja una residencia para jóvenes universitarios en la provincia de Arauco, una residencia para familiares de pacientes del Hospital Regional que vienen de fuera de Concepción y una fábrica de ornamentos litúrgicos que da trabajo a mujeres con serios problemas sociales.
Además, monseñor impulsó iniciativas que marcaron un hito: su obra con las personas con síndrome de Down, la lavandería que da trabajo a 18 jóvenes y la cafetería que recientemente festejó su cuarto aniversario. “La Arquidiócesis de Concepción ha logrado que 30 jóvenes con síndrome de Down estén completamente insertados en el mundo laboral, contentos, con un salario digno”, concluye monseñor.
Otra obra, que convocó muchas voluntades, es el albergue móvil en la Catedral de Concepción que, durante tres años, ofreció alojamiento, comida, baños y afecto a personas en situación de calle.
Más allá de las obras materiales, en estos doce años también se crearon nuevas vicarías: la de la zona de Arauco, la Vicaría para la Juventud, la Vicaría para la Educación y la Vicaría para la Niñez. “Ello para fortalecer el trabajo con la juventud de la Arquidiócesis y también fortalecer la zona de Arauco que tiene una estructura propia que merecía una especial atención”, indica.
Asimismo, le correspondió mediar en diversas crisis. La última de ellas fue el complejo momento que enfrenta la Siderúrgica Huachipato. “Recién llegado trabajé mucho para destrabar la huelga de hambre de cuatro comuneros mapuches. Fue una experiencia muy intensa donde comprendí la urgencia de poner un énfasis mayor como sociedad a reconocer a pleno título al pueblo mapuche con su cultura y su modo de comprender el mundo. Es doloroso ver la postergación de la que han sido objeto por años. Yo creo que es el tema social no resuelto más importante que tiene Chile”, plantea.
Fueron muchas otras situaciones de esta índole que vivió. Su conclusión es: “Los pobres están desprotegidos. Son ellos los que siempre pierden. He ahí una de las causas más palpables del deterioro social que estamos viviendo. Las personas ya no soportan más los abusos de cualquier tipo y buscan formas de rebelarse. Es muy lamentable que la violencia sea una de esas formas que, por cierto, no comparto ni avalo”.
Abusos
Los abusos cometidos por sacerdotes han generado un profundo dolor en la Iglesia. En el momento del balance, monseñor no puede dejar de mencionar este drama destacando la labor que han desarrollado para enfrentarlo.
“Tenemos desde el año 2018 un equipo muy competente de laicos, básicamente, en un consejo de prevención de abusos, de recepción de denuncias. Hemos capacitado a miles de personas en estas materias en la arquidiócesis y seguiremos en esa línea”, comenta.
Agrega que han ido mejorando los procedimientos para llevar adelante los procesos que son, en sus palabras, tremendamente dolorosos, pero muy necesarios.
“Somos unos convencidos de que no hay espacio para los abusos en quien ejerce el ministerio sacerdotal como en quien ejerce cualquier apostolado en la vida de la Iglesia. Hoy, podemos decir que los espacios al interior de la Iglesia son seguros. Y de eso estamos muy orgullosos como arquidiócesis”, concluye.
Futuro
Para monseñor Chomali la Arquidiócesis de Santiago no es ajena, allí recibió el sacramento del bautismo y la orden sacerdotal y episcopal.
“Llevo a la Arquidiócesis de Santiago tres peces y cinco panes para que el Señor los multiplique abundantemente. Llevo también tinajas llenas de agua para ponerlas delante del Señor para que las convierta en vino y vivamos como comunidad creyente la alegría de las bodas de Caná”, relata.
En sus últimas semanas en Concepción, también reflexiona: “me anima el deseo de servir, de descubrir los dones de cada sacerdote, religiosa, diácono y laico para ayudarlos a ponerlos al servicio de la eximia misión de anunciar a Jesucristo. Por mi parte, ofrezco los dones y el carisma que Dios me ha regalado a la Iglesia de Santiago con entusiasmo y ardor misionero”.
“Somos unos convencidos de que no hay espacio para los abusos en quien ejerce el ministerio sacerdotal como en quien ejerce cualquier apostolado en la vida de la Iglesia. Hoy, podemos decir que los espacios al interior de la Iglesia son seguros. Y de eso estamos muy orgullosos como arquidiócesis”
Crisis vocacional
La crisis vocacional en la diócesis es un asunto que preocupa al futuro arzobispo de Santiago. “Al igual que todas las diócesis de Chile, Europa, y varias de América Latina, está viviendo una crisis vocacional de proporciones. Dejo el seminario con un solo seminarista y con menos sacerdotes. Algunos han fallecido, otros han dejado el ministerio y algunos han sido expulsados del sacerdocio por ser hallados culpables de abuso. Es un tema muy doloroso dado que los feligreses perciben la carencia de sacerdotes”, dice.
Sobre las causas, plantea: “Los abusos influyeron, sin duda, pero el asunto es mucho más profundo. A los jóvenes no les dice mucho la Iglesia como respuesta a sus preguntas, por un lado, y por otra, muchos creen que se bastan a sí mismos y se sienten cómodos con lo que les ofrece el mundo en término de logros humanos”.