La Iglesia seguirá insistiendo que el futuro de la humanidad y la sociedad pasa por la familia y a eso tenemos que tender con las políticas públicas que se vayan generando para promoverla.
Los grandes temas que enfrenta Chile son de orden ético. El primero es que hay una paulatina pauperización del matrimonio y de la familia. Las consecuencias han sido desastrosas. Muchos niños no tienen la experiencia de padre y todo lo que eso conlleva, y de una madre presente dado que está obligada a trabajar para alimentar a sus hijos.
Muchos niños se educan a través de los medios de comunicación social sin experiencias prolongadas de amor. Ello trae consecuencias porque la soledad y el desarraigo tocan el alma de las personas. Es sabido que entre los jóvenes hay más violencia y más autolesiones. La Iglesia seguirá insistiendo que el futuro de la humanidad y la sociedad pasa por la familia y a eso tenemos que tender con las políticas públicas que se vayan generando para promoverla, así como en la educación y, sobre todo, en el ejemplo de quienes tienen responsabilidades en la sociedad.
Otro tema no menor es una concepción demasiado economista del desarrollo que deja de lado aspectos centrales de la vida del hombre como lo es el sentido de la existencia, su dimensión trascendente y su carácter social. Chile es cada vez más rico, pero humanamente cada vez más pobre en cuanto existe un alto nivel de desconfianza entre nosotros y un aumento de las enfermedades mentales. Nos hemos llenado de barreras y cercas, lo que claramente no habla bien del camino emprendido. La Iglesia seguirá insistiendo que, desde la dimensión trascendente del hombre, de su dignidad y su llamado a vivir en sociedad como hermanos se podrá vivir en paz.
“La Iglesia seguirá insistiendo que el futuro de la humanidad y la sociedad pasa por la familia y a eso tenemos que tender con las políticas públicas que se vayan generando para promoverla“
El tema que atraviesa todas las situaciones descritas es el de la libertad. Lamentablemente estamos en una sociedad en la cual pensamos que la autodeterminación personal es la que crea la verdad y es su medida y no es la verdad que la realidad lleva grabada en sí misma la que debe mover nuestra libertad y nuestra voluntad.
El Congreso lamentablemente, en mi opinión, se ha convertido en el notario de los deseos de grupos de personas y los ha convertido en ley, pero ha faltado a su función más noble que es velar por el bien común que es impensable fuera de los dictados de la ley natural y el sentido común. Algunos legisladores están más preocupados de llevar sus ideologías al Parlamento que la búsqueda sincera de la verdad y eso es muy preocupante. Ello se aprecia por el nivel de crispación que se vive en el ámbito del quehacer político y la cada vez mayor distancia que media entre quienes tiene la tarea de gobernar y legislar y la ciudadanía.
Es preocupante que los temas que dificultan la vida de las personas a diario, como la falta de seguridad, la violencia y la falta de trabajo, así como la soledad y la salud mental de muchos compatriotas no estén siendo abordados con la premura que exigen. Ello no sólo genera decepción, sino que también le va abriendo el camino a caudillos de corte populista proclives a gobiernos dictatoriales.
Hoy es fundamental que se lleguen a acuerdos políticos amplios para evitar una polarización que puede llevarnos a un desenlace que nadie desea. Cuidar el lenguaje y los modos puede ser un buen inicio. La pasión es importante en la vida, pero siempre y cuando no nuble la razón que nos une a todos en virtud de nuestra común humanidad.