Diálogo

La crisis del abandono escolar

De acuerdo a recientes cifras del ministerio de Educación, más de 50 mil estudiantes dejaron el sistema en 2022. Esta realidad afecta tanto a la familia como a la sociedad, puesto que la formación educacional permite que el estudiante se desarrolle en el ámbito personal, social y profesional, entregándole más y mejores oportunidades a lo […]


De acuerdo a recientes cifras del ministerio de Educación, más de 50 mil estudiantes dejaron el sistema en 2022. Esta realidad afecta tanto a la familia como a la sociedad, puesto que la formación educacional permite que el estudiante se desarrolle en el ámbito personal, social y profesional, entregándole más y mejores oportunidades a lo largo de su vida.


Camila Meza S.

El abandono escolar está referido al alejamiento permanente de un niño o niña de una institución educativa antes de finalizar el grado o nivel escolar que estaba cursando, o también al caso de no matricularse o no ingresa al año siguiente que le corresponde.

El Ministerio de Educación estima que hay más de 180 mil niños, niñas y jóvenes de 5 a 21 años que no han completado la educación media y hoy se encuentran fuera del sistema escolar. Además, de acuerdo a lo informado por la misma cartera, más de 50 mil estudiantes abandonaron el sistema educativo en 2022, lo que refleja una de las consecuencias que dejó la pandemia por Covid-19 en el sistema educativo.  

En específico, el Centro de Estudios del Mineduc, estimó que fueron 50.529 los alumnos que estaban inscritos en 2021 y no lo hicieron el año siguiente, lo que se traduce en un aumento de la cifra en un 24% respecto del 2019, previo a la pandemia. Además, se calcula que 227.000 estudiantes de entre 5 y 24 años salieron del sistema escolar entre 2004 y 2021.

Desde el Mineduc advirtieron alertas respecto al ausentismo escolar, considerando que las cifras apuntan a que entre marzo y septiembre de 2022 fue del 83%, lo que se significa 5,3 puntos porcentuales menos que en 2019. Sumado a ello, un 39% de los matriculados actuales (1.239.330 alumnos aproximadamente) presenta una inasistencia grave, es decir, menor al 85% entre marzo y septiembre de 2022.

En ese sentido, se identifica que una de las problemáticas del retorno a la presencialidad tras la pandemia ha sido la baja asistencia de los escolares, lo que pasa a ser síntoma de la problemática y va de la mano con las alzas en las tasas de deserción entre niños y adolescentes. 

Pero ¿en qué nivel escolar hay más abandono? En este aspecto, se detalla que en educación parvularia y escolar la inasistencia grave alcanza el 39% de la matrícula total en relación con 2019. Mientras que en enseñanza básica es del doble (105%), concentrándose principalmente en los primeros niveles, como primero y segundo básico. Le sigue la educación media, con 83% de alza. 

Problema de todos

Para los especialistas esta realidad afecta tanto a la familia como a la sociedad, puesto que la formación educacional permite que el estudiante se desarrolle en el ámbito personal, social y profesional, entregándole más y mejores oportunidades a lo largo de su vida. Además, actualmente se requiere completar la educación media, ya que es requisito para ingresar a la educación superior, ya sea una carrera universitaria o de formación técnico profesional. 

El psicólogo del Servicio Local de Educación Pública Andalién Sur, Joaquín Brieba, comentó que, si bien antes del Covid ya había una alta deserción escolar en los establecimientos públicos, “la pandemia agudizó esta situación, lo que deja un escenario muy complicado a nivel nacional. Este fenómeno ha sido mayor en la zona urbana, porque hay mayor matricula en esa zona, sin embargo, también se registran en establecimientos rurales. En ambas realidades hay muchos casos donde se alcanza una inasistencia mayor al 85% de los días que se hacen clases durante el año, lo que es causal de repitencia”. 

“La intención del abandono comienza a formarse a las ocho semanas de ingreso a alguna institución superior, sin embargo, la etapa previa también ejerce una considerable influencia en el fenómeno como la edad de ingreso, condiciones familiares”

Dra. Ana Bernardo, Universidad de Oviedo de España

Otro problema que trajo consigo la emergencia sanitaria fue el deterioro de la salud mental. Para el profesional hubo indicadores que se dispararon negativamente como lo es el bienestar subjetivo de los estudiantes, que se traduce en aspectos sobre la satisfacción de la vida. “Aquello guarda referencia sobre qué tan satisfecho estoy con lo que hago, con las metas y objetivos. Después del confinamiento se registraron alteraciones en indicadores sobre convivencia escolar, lo que desencadenó que muchos estudiantes en sus casas perdieran algunas dinámicas de interrelación y llegaran más conflictivos con sus compañeros y profesores”. 

Como medida de intervención, el Servicio Local interviene mediante su trabajo directo con los establecimientos. En ese sentido, las acciones se coordinan a través de los asesores que son contactados por los directores de los colegios, quienes explican las dificultades que se registran en los colegios y se proponen medidas a aplicar. En esos casos, se contacta al estudiante y a su familia para buscar los motivos por el que no están asistiendo a clases. Desde la pandemia han desertado muchos alumnos para trabajar. Lo bueno es que se está generando una estrategia nacional para abordar este asunto y que recién se está empezando a aplicar, con ello se busca impactar para recapturar estudiantes que ya han desertado y también evitar otros nuevos”, manifestó Brieba.

Por otro lado, los profesionales coinciden en que es un problema multifactorial. Así lo explica la Dra. Fabiola Sáez, académica de la Facultad de Educación de la UCSC, “el abandono se precede por una variable que en investigación llamamos la intención de dejar los estudios. Hay variables que sí se pueden modificar como aquellas relacionadas al sistema institucional como estrategias de retención. Las no cambiables son la autorregulación del aprendizaje que se relaciona directamente con el éxito académico de los estudiantes. En el fondo es equipar a los estudiantes con una mochila de recursos y estrategias que le permiten, sin considerar la situación académica, controlarla”. 

Sáez también precisa que el bullying es otro factor porque afecta variables con la emocionalidad y salud mental. El sentido de pertenencia es un factor muy importante para que alguien quiera mantenerse, incluso algunos estudios han demostrado que puede influir más que el rendimiento académico. Este tipo de estrategias se vinculan con el apoyo social, donde pesa la importancia de los amigos y compañeros, de los profesores y directivos y todas las redes presentes en un establecimiento. 

A lo anterior, se suman las variables socioeconómicas, “no podemos cambiar si vive en un sector urbano o rural, o si es el primero en ingresar a la universidad, y esas son condiciones que no podemos modificar desde el sistema ni como investigadores. Afortunadamente hay otras que compensan como las de apoyo social, autorregulación, engagement académico y el compromiso con la escuela. En esa lógica hemos tratado de fomentar esta comunicación que hay con los servicios locales, quienes nos permiten involucrarnos directamente con las escuelas. No tiene sentido el realizar indagaciones y que eso no llegue a las escuelas, por lo que identificamos lo que se necesita en los colegios y lo complementamos con la investigación para dar posibles soluciones y aportes”, precisó la docente universitaria.  

Por último, el rol del profesor es crucial, pues establece una interacción profesor- estudiantes de relaciones horizontales, saludables y empáticas, lo que permite mejores procesos académicos. En ese sentido, las intervenciones buscan trabajar en mejorar las habilidades socioemocionales de los docentes, impulsando que sea promotor de la autorregulación, así puede modelar en sus estudiantes estas habilidades. 

“La deserción escolar ha sido mayor en la zona urbana, porque hay mayor matricula en esa zona, sin embargo, también se registran en establecimientos rurales. En ambas realidades hay muchos casos donde se alcanza una inasistencia mayor al 85% de los días que se hacen clases durante el año, lo que es causal de repitencia”

Joaquín Brieba, psicólogo Servicio Local de Educación Pública Andalién Sur

Realidad en la educación superior

La Dra. Ana Bernardo, de la Universidad de Oviedo de España, precisa algunas características de la educación superior chilena, donde de acuerdo a cifras con el Ministerio de Educación, el 24.6% de los estudiantes de este nivel desertó en 2021, los hombres (27.7) experimentan mayor deserción que las mujeres (21.9%), los estudiantes con beneficios muestran tasa de retención de 80% y los sin beneficio (67%). Por último, la carrera de Medicina es la que tiene mayor retención (94.7%), seguida por Obstetricia y Puericultura (93.3%), Química y Farmacia (88.7%) y Odontología (87.8%), en contraparte, Bachillerato y/o Licenciatura en Ciencias, Ingeniería en Computación o Informática y Derecho son las más abandonadas.

“El abandono es un proceso longitudinal que implica una desconexión del alumno para con el sistema. En este sentido, algunos indican que la intención del abandono comienza a formarse a las ocho semanas de ingreso a alguna institución superior, sin embargo, la etapa previa también ejerce una considerable influencia en el fenómeno como la edad de ingreso, condiciones familiares. Al mismo tiempo, las variables afectivo-motivacionales y académicas influyen directamente en la decisión de abandono; y las relaciones con profesiones y pares pueden ejercer un rol protector frente a la deserción”.

La investigadora agregó que entre los desafíos actuales se deben promover formas de éxito académico, pero también se debe procurar una mejor formación y adaptación de los profesores universitarios como lo fue en el caso de la pandemia. Se debe manejar la tecnología para motivar a los estudiantes para hacer un aprendizaje colaborativo entre estudiante y académico, junto con mejorar el sistema de becas y atención a los estudiantes.