Diálogo

Familias de acogida: el poder de transformar una vida

Tres familias cambiaron la vida de tres niñas. Cada una se encuentra en una etapa distinta del proceso. Una apenas lo inicia, otra está pronta a cumplir un año y la última ya realizó la entrega de la pequeña. Las historias detrás son esperanzadoras y hermosas, pero también complejas y duras, de las que no quisiéramos conocer, […]


Tres familias cambiaron la vida de tres niñas. Cada una se encuentra en una etapa distinta del proceso. Una apenas lo inicia, otra está pronta a cumplir un año y la última ya realizó la entrega de la pequeña. Las historias detrás son esperanzadoras y hermosas, pero también complejas y duras, de las que no quisiéramos conocer, pero que al silenciarlas perpetúan la vulnerabilidad de los y las niños, niñas y adolescentes.


 Por Tania Merino M. 

“Como familia teníamos la necesidad de hacer algún aporte en este mundo y, como los niños son el futuro, buscamos hacer un cambio en la vida de uno que no hubiera tenido la oportunidad de conocer una familia o de sentirse querido. Queríamos decirle que eso que había vivido no era lo normal y que una familia que quiere y cuida sí lo es”.  

Así relata Scarla (45) el primer paso en el camino de conocer a Catalina, de solo 7 años. Ella, su esposo José (43) y sus dos hijos, de 15 y 22, habían contemplado antes la idea de la adopción. Sin embargo, la intención fue diluyéndose debido a la complejidad del proceso. Optaron entonces por el programa Familia de Acogida. Eran todavía los tiempos del Sename y al principio esta nueva idea comenzó a complicarse. Pasaba el tiempo y nada. Solo cuando la institucionalidad cambió, finalmente lograron iniciar esta ruta a través del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia (SPE). Pronto Catalina cumplirá un año con ellos.

No son hogares, son familias 

Aunque para la mayoría la palabra hogar tiene mucho de reconfortante, para los niños, niñas y adolescentes (NNA) que han visto quebrantados sus derechos, tiene una connotación muy distinta. Por eso se enfatiza en el concepto de Familia de Acogida Especializada (FAE). Este programa otorga atención a aquellos que han sido gravemente vulnerados, mientras se trabaja con sus parientes de origen o se les encuentra una estancia definitiva. 

“Actualmente hay 17 programas de familias de acogida en la región del Biobío, iniciativas que hoy dan cuenta de una buena recepción por parte de la comunidad”, dice la directora del Programa de Captación de FAE en la provincia de Concepción, Julieta Sáez.  

“Contamos con 34 postulantes que han sido declarados idóneos, beneficiando hasta el momento a 24 niños y niñas que fueron separados de su núcleo de origen, con un impacto muy potente en ofrecer una alternativa de vida familiar”.  

Agrega que, a abril del 2023, otros 26, de entre 0 a 3 años, están en residencias en la región del Biobío, por lo que se requiere un número de 30 familias solo para cubrir este tramo etario.  

Recuperación emocional

Para la encargada, “el aporte que están haciendo las familias de acogida en recuperación emocional de estos niños y niñas es muy importante”. Y lo es. Como en el caso de Miriam,  Diego y su hija de 8 años, que recibieron a la pequeña Alejandra cuando tenía apenas 2 meses. “Ella fue cedida en adopción momento de nacer. Dijimos que sí con harto nervio, porque ahí es cuando uno siente toda la responsabilidad”, cuenta Miriam. 

Gracias a esto, la bebé, que permaneció con la familia por 4 meses, no tuvo que pasar por una residencia y pudo experimentar una vida normal para su edad. “Ella era súper feliz con nosotros, muy curiosa. Tú la mirabas y no te imaginabas que estuvo dos meses hospitalizada sin estímulos. Y eso nos dice que lo hicimos bien y nos da tranquilidad. Le dimos mucho amor y uno, a su vez, se llena de amor. Todos en la casa lo sentimos así”, agrega. 

“Uno se encariña y llora por la partida, pero saber que, si no la hubiéramos acogido, tal vez habría estado mucho tiempo en residencia y no sería la guagüita feliz que entregamos y que, nos han contado, sigue siendo”

Miriam, familia de acogida

Sobre el dolor de la despedida, uno de los temores que en ocasiones se transforma en aprensión y duda a la hora de evaluar el proceso, comenta que, “la última semana fue el momento de conocer a los papás que la adoptarán. Uno se encariña y llora por la partida, pero saber que, si no la hubiéramos acogido, tal vez habría estado mucho tiempo en residencia y no sería la guagüita feliz que entregamos y que, nos han contado, sigue siendo. Como les digo a todos los que dudan acoger nosotros lloraremos un ratito, pero ella será feliz para siempre”.   

Protección de la familia

La complejidad de algunas historias de origen hace que para este reportaje sea necesario omitir nombres e información clave como comunas, nombres de colegio, etc. Esto, porque en algunos casos, que podrían ser excepciones, existen de por medio intentos de recuperación o acercamiento por parte de quienes cometieron la vulneración, aun cuando la justicia determinó que no están capacitados para tener la tutela del niño, niña o adolescente.  

Por eso SPE es extremadamente cauteloso en proteger a las familias que deciden acoger. Desde la entidad de Gobierno, saben que estos cuidadores serán la mejor oportunidad que tendrán estos pequeños y jóvenes. Por eso, también existe proceso de capacitación y acompañamiento en distintas etapas. 

Un cambio de vida

Nathaniel (50), Mercedes (49) y sus hijos recibieron a Elizabeth, una niña la que acogieron con solo un mes de vida. Hoy supera el año y pronto irá a vivir a otra región con su nueva familia, con quien comparte vínculo sanguíneo.  “Cuando llegó Elizabeth era una planta, no se movía, estuvo en desintoxicación porque su madre era una persona muy joven, alcohólica en situación de calle. Lamentablemente lo es todavía”, relata Mercedes. 

Para la bebé era clave tener una familia temporal que la ayudara en esta etapa, no sólo para recibir apego y cariño, sino también atención y tratamiento a un síndrome epiléptico producto de la droga que le traspasó su madre. “Yo soy dueña de casa y estoy con ella 24/7 y duerme en un colecho al lado mío”, detalla. Sin duda, esta cercanía fue fundamental para que rápidamente Elizabeth saliera de su inmovilidad. 

“Actualmente hay 17 programas de familias de acogida en la región del Biobío, iniciativas que hoy dan cuenta de una buena recepción por parte de la comunidad”

Julieta Sáez, directora del Programa de Captación de FAE en la provincia de Concepción

“Como al mes ya comenzó a fijar la mirada, empezó a llorar, porque antes no lo hacía, no expresaba nada… A los seis meses empezó a mostrar apego, si uno se desaparece ella se vuelve loca. Se ríe mucho, pero también tiene su carácter”, describe. 

Hace poco le retiraron también los medicamentos para la epilepsia, que ha ido superando gracias a los cuidados y la desintoxicación.

El de Elizabeth, es uno de esos casos en que la madre biológica ha insistido en recuperarla, sin embargo, las condiciones que la llevaron a vulnerar a la niña persisten y la justicia la inhabilitó para cumplir este rol. 

La pequeña gigante

Catalina, de quien hablábamos al principio, también tiene una historia que se va tiñendo de colores brillantes gracias a su familia de acogida. Scarla cuenta que sufrió vulneración de parte de uno de sus siete hermanos, en una casa dónde había violencia física y donde otros niños terminaron institucionalizados. En ese entorno ella ejercía un rol de adulto, cuidando de otros y apenas dando rienda a juegos o actitudes propias a su corta edad. “Llegó con mucho miedo porque no pudimos tener un acercamiento previo, que es lo que se trabaja normalmente, pero hubo una situación especial que imposibilitó este contacto. Llegó directamente a nuestra casa desde su casa de origen, no alcanzó a ir a ninguna institución”, detalla la cuidadora. 

Al principio, agrega, “era muy contenida, pero se fue soltando de a poco. Tenía escasos controles de salud y no venía bien escolarizada, entonces tuvimos que pasar por todo ese proceso de escolarizarla, de que aprendiera a estudiar, de llevarla a los médicos, de tener su dentista… De a poco fue adaptándose y muy bien”, señala.

Hoy Catalina es líder en su nivel en el colegio, donde cursa segundo año, es una niña popular entre sus compañeros y profesores, confía en las personas con quienes ha vivido y es alegre. “La Cata de hoy no se parece ni siquiera físicamente a la de antes”.  

Esta transformación es común en cada una de las historias que conocimos, que pertenecen a distintas comunas, condiciones socioeconómicas y credos. Básicamente amor, compromiso y generosidad, parecen ser los principales ingredientes para lograrla.

Para mayor información sobre los requisitos, postulación, etapas del proceso, entre otros antecedentes, visita Mejorninez.cl