Editorial
Da la impresión de que en Chile todos saben qué hacer en materia de gobierno, menos el Presidente y sus ministros. Todos saben qué hacer en materia económica para salir adelante, menos los empresarios y el Banco Central. Todos saben qué hacer para combatir la delincuencia y la violencia galopante, menos las policías, los fiscales, los jueces y Gendarmería. Y así, suma y sigue. Todos, en un tono más visceral que racional, desde el balcón miran, critican, encuentran todo mal, pero aportan poco.
Esta actitud tan difundida genera desconfianza, temor y desesperanza, y no contribuye a que las instituciones hagan su trabajo con la serenidad que se requiere, así como los organismos del Estado llamados a evaluarlos según las leyes que nos rigen.
Tiempos mejores serán posible con personas mejores, y avanzar en ello es una decisión intransferible porque no hay nada más personal que el mérito y la culpa.
Mientras más personas virtuosas estén presentes en el tejido social, se ganará, y con creces, la batalla contra los males que nos aquejan.