Se acerca la más importante fecha del calendario litúrgico, pero la secularización de la vida y de la sociedad, ha llevado a que estos días se conviertan -para muchos- en sinónimo de “mini vacaciones”. Recordar el significado de la Semana Santa y vivirla en plenitud, es un desafío que parte desde uno mismo.
Por Carolina Astudillo M.
“Especial Semana Santa”. No es precisamente el título de la programación del calendario eclesial -que este 2023 se extiende del 2 al 9 de abril-, sino la frase de promoción de paquetes turísticos con destinos nacionales e internacionales.
Entre hitos religiosos y comerciales vacacionales, todo ha ido conformando parte del “paisaje” de esta importante fecha cristiana, normalizando la distancia que la sociedad ha establecido entre esta semana de reflexión -especialmente para los cristianos-, y el tiempo libre para la entretención.
¿Qué hemos olvidado?
Uno de los primeros detalles que se ha perdido, es la Semana Santa como tal, porque es literal: va desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Como explica el Dr. Arturo Bravo, académico de la Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, “lo que nosotros llamamos normalmente Semana Santa corresponde al Triduo Pascual, correspondiente al jueves santo en el que se celebra la última cena de Jesús con sus discípulos, ocasión en la que les lavó los pies; el viernes santo, que conmemora la pasión y muerte de Jesús en la cruz; y el sábado santo, día en que Jesús permanece en el sepulcro. Todo esto culmina en el Domingo de Pascua en el que se celebra la resurrección del Señor Jesús”.
La forma en que esta semana se vivía de manera tradicional, consistía en días de recogimiento, especialmente viernes y sábado santos, en los que incluso se evitaba el trabajo para concentrarse en la meditación en torno al amor de Dios y su muerte por la salvación de los hombres.
El obispo auxiliar de Concepción, monseñor Bernardo Álvarez, detalla que la celebración anual de la Vigilia Pascual estuvo antecedida por dos días de ayuno -viernes y sábado-, y la vivencia de estos tres días dio origen al reconocido Triduo Pascual. Luego se incorporó el día jueves en memoria de la Última Cena del Señor con sus apóstoles, como introducción al Triduo. Finalmente, el domingo anterior a la Vigilia Pascual se celebró el domingo de la Pasión con la bendición y procesión de los ramos en recuerdo de la entrada de Jesucristo en Jerusalén.
“La celebración actual de la Semana Santa” -dice el obispo auxiliar-, “proviene de la tradición vivida por la Iglesia a lo largo de los siglos. Durante cuarenta días se preparan las celebraciones pascuales con las tradicionales prácticas: oración, ayuno y limosna. Si nos remontamos unos años atrás, vienen a nuestra memoria el recuerdo de nuestros mayores, abuelitas, abuelitos, vecinos del barrio que vivían con gran devoción estos días de Cuaresma y, sobre todo, de Semana Santa”.
El ambiente de Semana Santa
Recogimiento, silencio y comunión con Dios. Esos tres conceptos caracterizan el espíritu con el que experimentaba Semana Santa y “pienso que este modo de vivir Semana Santa es un regalo perenne de nuestros mayores que vale la pena atesorar y transmitir a las nuevas generaciones” recalca monseñor Bernardo Álavrez.
No obstante, la dinámica de secularización ha calado en la sociedad. Por un lado, dice el Dr. Arturo Bravo, hay una secularización de signo positivo que consiste en reconocer la autonomía de la realidad terrena. “La Constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II afirma que “si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el ser humano ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía… responde a la voluntad del Creador. (…) Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los seres humanos pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras”, y a esto se le llama secularismo, el que, evidentemente, tiene un signo negativo.
Bravo suma a ello distintos factores, entre ellos el “virus” del individualismo, todo lo contrario a la solidaridad y al espíritu comunitario que promueve la fe judeo-cristiana. De manera más gráfica el obispo Álvarez agrega que hay nuevos paradigmas que mueven el corazón humano, una transmutación en la escala de valores o de lo que da sentido o jerarquía a la vida, entre el uso del tiempo: “existe hoy en día una gran urgencia por aprovechar lo máximo posible el tiempo o las instancias para ‘pasarlo bien’, en este caso, tener ‘unos días de feriado largo’, como puede ser la interpretación de Semana Santa, que se ocupan simplemente para vacacionar o viajar”.
Cómo vivir Semana Santa
Los medios y la lógica social se van imponiendo en la Semana Santa y va desvirtuando el sentido cristiano. En consecuencia, estas lógicas también afectan las prácticas recomendadas como el ayuno y la abstinencia. “Lamentablemente, lo que debería tener un gran sentido de comunión con Cristo, abstenernos en el uso de los bienes o los alimentos para compartir con los demás, sobre todo con los necesitados, se puede transformar en una oportunidad para banquetear con mariscos o pescados, en realidad, hacerlo así no tiene ningún sentido con el espíritu de abstención o el ayuno, se transforma en todo lo contrario” dice monseñor Álvarez.
El tiempo de Cuaresma regala la posibilidad de renovar y acrecentar la fe: orar con mayor dedicación -hacer silencio y meditar la Palabra de Dios-, practicar la penitencia, vivir la caridad fraterna, retornar a la vida en comunidad. “Todo este movimiento del Espíritu Santo se orienta a la participación del misterio Pascual en Semana Santa, por tanto, si no existe una verdadera disposición y comunión con Jesús en estos días, creo que es un signo que expresa un debilitamiento en la fe o incluso una pérdida de la fe. De todas formas, pensar en esto, reflexionar, hacer examen sobre nuestra disposición para vivir la Semana Santa con Jesucristo en la comunidad este año 2023, puede ser una gracia importante para pedir en este tiempo, recordemos que Cuaresma es un tiempo especial para pedir con humildad las gracias que nos hacen falta”.