Fueron dos años en que la pandemia restringió la realización de los tradicionales trabajos de voluntariado que las distintas instituciones de educación superior realizan a lo largo del país. Este año por fin los jóvenes volvieron a vivir esta experiencia inolvidable para todos los involucrados.
Por Tania Merino M.
Probablemente, al pensar en voluntariado, la imagen más fresca que tengamos a nivel nacional sea la de jóvenes participando en las labores de limpieza y reconstrucción tras los incendios de Viña del Mar. Sin embargo, la realidad es que, a lo largo de todo Chile, los estudiantes de diversas instituciones de educación superior están trabajando y llevando su energía y conocimiento a distintas comunidades. Lo hacen con ánimos renovados, tras dos años en pausa producto de la pandemia.
El voluntariado universitario busca dejar huella en la vida de las personas, como una experiencia que mejore su calidad de vida con un foco multidimensional, cada vez de manera más integral. Se busca dar soluciones no solo a necesidades materiales, sino también de salud física y mental, a problemáticas educativas, económicas y sociales, entre otras. Al mismo tiempo, esta cercanía con las comunidades retribuye en la formación de futuros profesionales con valores como el respeto, la tolerancia o la empatía con el otro.
Diversas investigaciones plantean que este tipo de iniciativas son clave en la formación. “Las universidades socialmente responsables deben asumir como uno de sus desafíos estratégicos relevantes el desarrollo de acciones que permitan articular al aprendizaje-servicio, el voluntariado universitario y el emprendimiento social como instancias permanentes dentro de su quehacer, beneficiando con ello a sus propios estudiantes, pero también al resto de la comunidad”. Así lo consigna, por ejemplo, el estudio “El voluntariado universitario como ámbito de aprendizaje-servicio y emprendimiento social”, del Doctor en Procesos de Cambio Social, Ricardo Gaete.
Desarrollo de habilidades
Para Macarena Brito, directora de la Escuela de Liderazgo de la USS Concepción, los voluntariados “son una instancia fundamental de participación, permitiendo a nuestros estudiantes desarrollar habilidades de trabajo en equipo, en un ambiente de colaboración y contribuyendo al compromiso de ser profesionales al servicio del país”.
En esa misma casa de estudios, por ejemplo, recientemente un grupo de más de 40 jóvenes partió rumbo a Ránquil, en la Región de Ñuble, donde realizaron una intervención destinada a mejorar la infraestructura, hermosear espacios e instalar juegos infantiles en un colegio del sector. Al mismo tiempo, iniciaron sus misiones en Manhue, cuya finalidad es entregar un mensaje de fe en la localidad de La Araucanía.
“Los Trabajos de Verano brindan mucha experiencia, te llenan como persona”, explica José Tomás Espinoza, alumno de 2do año de Odontología USS. “Desde el colegio quise participar en algo así, pero por temas de personalidad me costaba un poco… pero ahora, en la universidad, es diferente, porque te dan las condiciones para hacerlo. Ha sido una experiencia estupenda, me he sentido muy feliz, encontré mucho más de lo que buscaba, encontré una manera en la que puedo servir a gente que lo necesita y dejar mi huella, aunque sea pequeña: sentirme parte de un progreso”.
Francisca Arnés, es alumna de segundo año de Psicología y para ella es la primera vez en los Trabajos de Verano. “Creo que es una oportunidad para ganar mucha experiencia, y a parte es una forma de ayudar a los demás. No todos tienen la posibilidad de poder aportar, y que la U. realice esta iniciativa es muy importante y valorable. Me llena de alegría poder ayudar a otros, y ver sus caras felices cuando ven todo el esfuerzo y cariño que hemos puesto a esto”.
Trabajo integral
Carreras como Medicina Veterinaria, kinesiología, Fonoaudiología, Nutrición y Dietética, Terapia Ocupacional, Enfermería, Trabajo Social, Psicología y Derecho de la Universidad de Las Américas en la sede Concepción participaron también de trabajos de verano este mes de enero. Más de 30 estudiantes de la sede Concepción se trasladaron a la localidad de Mano, Chiloé.
Rodrigo González, director de Asuntos Estudiantiles, explica que durante cada jornada se desarrollaron operativos de salud a cargo de estudiantes de último año, así como también actividades deportivas y recreativas, para niños y niñas del sector.
“Esto es un tremendo aporte a la formación profesional, porque uno aprende a interactuar con gente de distintas condiciones, a ser más empático y a interpretar lo que hay detrás de ciertas realidades”, comenta María Cecilia Reyes, estudiante de quinto año de Medicina Veterinaria de Udla, quien recibió el 2022 el reconocimiento de voluntaria destacada por su institución.
Solidaridad
Reactivar la interacción de los voluntarios tanto con la Pastoral como con el entorno, formando una comunidad de jóvenes activa y protagonista de las acciones solidarias es lo que busca la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), que tiene entre sus líneas de acción el Café Fraterno, el Ropero Solidario y el trabajo con diversas instituciones. El coordinador general de la Pastoral de Educación Superior de la institución, Pedro Macaya, explica que, “trabajamos desde diversas áreas como la espiritualidad, la formación y el servicio y desde ese punto de vista este 2023 queremos poner hincapié en el sentido que tiene realizar estas acciones desde lo que significa ser comunidad, destacar el sentido de pertenencia y la responsabilidad con los otros, que es parte del sello identitario de la universidad, la comprensión de la dignidad de la persona”.
Transformar vidas
En el caso de la Universidad Andrés Bello ha cultivado desde 2018 una relación con la zona de Alto Biobío. Allí han realizado varias versiones de sus trabajos de verano y este año por primera vez reunieron a estudiantes de las tres sedes, 154 en total, en ese lugar. Las labores se enfocaron en la construcción y mejoramiento de viviendas, actividades para la comunidad de la zona y trabajo formativo con los voluntarios que se sumaron a esta experiencia solidaria.
“Poder retomar estos espacios de vinculación entre nuestros estudiantes después de dos años de pandemia es algo que nos llena de alegría y orgullo”, cuenta Vicente Cáceres, director general de Desarrollo Estudiantil. “Tuvimos un proceso de postulación con más de mil estudiantes que manifestaron su interés de vivir esta experiencia transformadora. Pudieron sentir la experiencia de vivir la realidad que tienen muchas familias vulnerables de nuestro país, ser verdaderos agentes de cambio que transforman la vida de las familias con las que se relacionaron y de paso la de ellos mismos”.
Para Fabián Roa, egresado de Terapia Ocupacional, “feliz es la palabra que resume todo. El haber sido parte de los trabajos de voluntariado de la Universidad Andrés Bello fue una experiencia muy enriquecedora. Me voy muy agradecido, con un crecimiento personal muy importante”.
Retorno a lo presencial
Sí bien con el regreso a la presencialidad retornan los voluntariados en terreno no hay que olvidar que durante la pandemia sí hubo trabajo solidario que permitió, de alguna manera, poner en contacto a los estudiantes con aquellos que más lo necesitaban en el contexto de la crisis sanitaria. Por ejemplo, muchos adultos mayores vivieron extensas cuarentenas en situación de soledad y vulnerabilidad.
En algunas instituciones, con el objetivo de alivianar el aislamiento social, surgieron instancias de acompañamiento remoto, además de atenciones a distancia, que significaron también un aporte en la formación de los estudiantes en tiempos de emergencia. Con esto y pese a todas las restricciones de los años de pandemia, queda claro que la solidaridad siempre encuentra una forma de abrirse camino.