Reconocido como un sacerdote intelectual, Joseph Ratzinger, Papa Emérito Benedicto XVI, fue capaz de plasmar en una prolífica obra una fe dialogante con la sociedad de su tiempo.
Carolina Astudillo M.
Decir que fue el 265° Papa de la Iglesia Católica, es un número sin sentido si se habla de Benedicto XVI, quien falleció el 31 de diciembre pasado, siendo Papa Emérito, luego de renunciar al pontificado en febrero de 2013. Ese hecho es un hito importante en su legado, pero -como también se ha analizado de manera prolífica tras la partida del pontífice-, su biografía y su obra intelectual han dejado enseñanzas que ajuicio de un teólogo, le permiten constituirse en un Padre de la Iglesia.
El Papa intelectual
Joseph Ratzinger nació en Alemania en 1927, viviendo en una Europa que era el centro del llamado siglo de las guerras. Nacido en una familia católica, vivió la segunda guerra desde dentro, como soldado y prisionero. Pero luego pudo iniciar su formación teológica, que profundizó en una fructífera obra intelectual. “Sus obras completas están recogidas en varios tomos y han salido y seguirán apareciendo muchos estudios sobre su legado teológico y Papal. Desde mi sencilla opinión ha sido el teólogo y Papa que ha intentado transmitir en diálogo público con nuestro tiempo y la mentalidad epocal el más originario y esencial contenido de nuestra fe” indica el Decano de la Facultad de Estudios Teológicos de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Dr. Patricio Merino.
En una época de un cristianismo tradicional, la formación sacerdotal se caracterizó por la intelectualidad de quienes se formaban en los seminarios. Como indica Monseñor Fernando Chomali, Arzobispo de Concepción, la escuela de esa época marcó el Concilio Vaticano II, y Ratzinger, viviendo en carne los efectos de la guerra, fue contrario a los totalitarismos y actuó con generosidad.
Su obra
A juicio de Chomali, San Agustín fue el gran maestro que es posible ver en sus diversas obras, y como agrega el Dr. Merino una obra fundamental de su época como teólogo profesional fue “Introducción al Cristianismo” (1968). “El contenido fundamental de la fe cristiana no es otro que Dios mismo manifestado en su Palabra: Dios Uno y Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una fe que nace del encuentro y relación con Jesucristo y no desde una idea. Por eso, me parece que, ya siendo Papa y a modo personal, quiso publicar y ofrecer a todos, su gran obra sobre la Persona de Jesucristo materializada en tres libros dedicados a “Jesús de Nazaret”. Pero también, en su enseñanza ejerciendo el Ministerio Petrino, como humilde sucesor de Pedro, nos regaló sus Encíclicas: “Dios es Amor” (2005); “En Esperanza Fuimos Salvados” (2007) y “La Caridad en la Verdad” (2009)”.
El teólogo indica que el papa Benedicto puso todo su esfuerzo en presentar a toda persona actual y a la sociedad una base firme en que sustentar la vida y su sentido: El Dios manifestado en el encuentro de Jesucristo y el Espíritu Santo. “Al que accedemos por la fe, una fe que ensancha la razón y que dialoga con ella. Por lo mismo, fue un Papa teólogo que manifestó la luz de la fe pensada como propuesta para una vida buena y digna”. Como agrega el Arzobispo Fernando Chomali “El Papa no tranzaba la verdad del hombre, de la familia y de la Iglesia que siempre está llamada a mostrar la luz de Cristo en virtud de ser sacramento de Él”.
En la obra de Benedicto XVI, la fe y a la razón humana son presentadas como dos pilares complementarios, en los que es posible construir una verdadera vida humana. En este sentido, el aporte de Ratzinger radica en una fe dialogante en el espacio público “y desde la cual es posible fundamentar las necesarias transformaciones sociales que contribuyan a una vida personal y social justa. Una fe que por vía de la razón puede ser motivadora para los no creyentes” indica el Decano de la UCSC. “A mi modo de entender, si hubiera que resumir su legado para la humanidad diría que es la intrínseca relación entre fe, razón y conciencia, como los tres cimientos, interrelacionados y seguros, desde donde vale la pena construir la vida humana. En tiempos difíciles, con tantas complejidades, la fe, la razón y la conciencia son tres tesoros que el Dios Amor nos regaló para encontrar la verdad de sí mismo y salir al encuentro de los otros, como también, las bases desde donde construir una comunidad humana más fraterna y justa”.
La renuncia al papado
La importancia de la conciencia humana, es -como describe Merino sobre el pensamiento de Ratizinger-, el lugar donde cada persona, creyente o no, puede encontrar un faro seguro desde donde desplegar la libertad. “Por eso, siguiendo esa luz de su conciencia, donde su fe y su razón se encontraban, tomó la decisión de renunciar al papado”.
El Papa Benedicto XVI hizo público este hecho el 28 de febrero de 2013, una señal que pudiendo ser muy excepcional en la historia de la Iglesia, también indicó que Ratzinger tomaba una decisión centrada en el bien de la Iglesia, ante su análisis de la sociedad mundial.
“Creo que significó una potente señal de la inviolabilidad de la conciencia humana” dice Merino, “donde se puede escuchar en la intimidad la voz de Dios y la verdad de sí mismo. Conciencia enriquecida con la fe que recuerda que, como nos enseñó Jesús, hemos venido a servir y no a ser servidos. De hecho, su lema episcopal era: “servidor o colaborador de la verdad”. Cabe recordar que el Papa Emérito en un acto de sencillez, pidió perdón a toda persona que pudo haber perjudicado en su vida antes de partir.