Como titular del Ministerio de Educación le correspondió enfrentar las dificultades generadas por la pandemia. Dice que hoy es fundamental poner en el centro de las prioridades la recuperación de los aprendizajes en los escolares.
Por Cecilia Díaz R.
Algunos han definido la actual situación del sistema escolar como una emergencia nacional. Otros han dicho que se asimila a un terremoto. Como quiera llamársele, impacta y duele que 50 mil niños y niñas hayan abandonado sus estudios en el último año y que el 39% de la matrícula presente inasistencia grave. Son los efectos que dejó la pandemia en un ámbito donde se juega el futuro del país.
Al ex ministro de Educación durante la administración de Sebastián Piñera, Raúl Figueroa Salas, le correspondió enfrentar las dificultades asociadas a las restricciones de la pandemia. Bajo su gestión la educación debió migrar de la presencialidad a las clases virtuales y el retorno fue motivo de disputas con el Colegio de Profesores. El titular de la cartera, hoy director del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, debió afrontar complejos momentos, incluida una acusación constitucional que finalmente no prosperó. Hoy dice que, más allá de las responsabilidades, se deben implementar acciones concretas que involucren recursos y gestión. De lo contrario, indica, los efectos serán irreversibles.
– El ministerio informó que 50 mil niños no se matricularon en el sistema escolar en el último año, ¿qué análisis hace sobre esa cifra en particular?
– Las cifras que se han dado a conocer últimamente, tanto en deserción escolar como inasistencia crónica, son preocupantes y dan cuenta de los efectos de la pandemia, que eran predecibles y también de como durante este tiempo no se le ha dado la prioridad suficiente a la recuperación del sistema. Por eso creo que es importante, tomando esas cifras, contar a la brevedad con un plan concreto que contemple recursos, y que tenga un foco muy claro en la urgencia de recuperar los aprendizajes y de darle continuidad a un proceso educativo que lamentablemente no ha tenido la cercanía suficiente con los niños y jóvenes como para hacerse cargo de los efectos tan complejos de la pandemia.
– La situación actual, ¿es resultado de la pandemia o de problemas estructurales que venían arrastrándose de hace incluso décadas?
– Ciertamente hay muchos factores, pero, por ejemplo, si uno mira la inasistencia crónica, que es en extremo elevada, estamos volviendo a cifras que no habíamos visto en los últimos diez años. Por lo tanto, si bien son muchos los factores, evidentemente el impacto de la pandemia y la falta de acción oportuna durante este último tiempo para poder hacerse cargo de esos efectos son bastante evidentes. Por supuesto, hay aspectos estructurales de los cuales hacerse cargo, pero si uno mira la situación chilena, lo que estamos viviendo hoy es ciertamente mucho más complejo que lo que estábamos acostumbrados a ver y que ya se estaba abordando con la política pública.
Últimos de la OCDE
Según un informe de la OCDE, Chile fue el país miembro de esta organización que mantuvo por más tiempo los colegios cerrados durante los años 2020 y 2021, sumando 259. El actual ministro de Educación, Marco Antonio Ávila Lavanal, admitió que aquello había sido un error.
– ¿Valora las palabras del actual ministro quien dijo que había sido un error haber mantenido las escuelas cerradas por tanto tiempo?
– Bueno, por supuesto que fue un error haber mantenido las escuelas cerradas por tanto tiempo, fue lamentable que tanta gente se opusiera a abrirlas y es positivo que se reconozca ese error. Creo que a estas alturas lo fundamental, más que hacer reconocimientos, es poder hacerse cargo con políticas públicas concretas y eso es lo que todo el país necesita, generar un consenso amplio respecto de que esto es prioritario, y contar con un plan bien diseñado, que contemple además recursos e implementación. Si eso no ocurre, se corre el riesgo de que estos efectos se mantengan por muchísimo tiempo, generando un gran perjuicio en particular a los alumnos más vulnerables.
– En concreto, ¿qué medidas, qué políticas públicas son fundamentales? ¿Cómo resolver, por ejemplo, la desvinculación de los 50 mil niños en el último año y los más de doscientos mil que están fuera del sistema?
– Lo primero es hacerse cargo de la retención de los alumnos, para ello políticas que permitan revincular a los alumnos, sus familias, con los proyectos educativos creo que son fundamentales; darle un particular foco a la recuperación y eso significa también darles a los establecimientos educacionales flexibilidad para que puedan llevar adelante sus proyectos de la mejor manera posible. También, en lo que se refiere a los alumnos que están fuera del sistema, implementar políticas que están disponibles. En el año 2020 se convocó a una mesa transversal de trabajo que planteó 15 propuestas concretas y esas propuestas es importante que se apliquen, se escalen lo máximo posible.
– ¿Cuánto van a retroceder los niños en aprendizaje y desarrollo a raíz de la pandemia, es comparable con la realidad de otros países del continente?
– Chile, si lo comparamos con el resto del continente, está bastante más adelante, fue uno de los pocos países que terminó el 2021 con todas sus escuelas abiertas, que evidentemente da cuenta de un esfuerzo de la política pública en ese momento para poder tomar medidas efectivas que apuntaban a mitigar al máximo los efectos de la pandemia, pero obviamente que eso no es suficiente. Lo que se requiere hoy es reaccionar con un sentido de urgencia, darle a esta recuperación la prioridad que se merece. Si esas medidas no se toman, los efectos pueden ser en algunos casos prácticamente irreversibles. Estamos a tiempo, pero es importante que se tomen las medidas que estamos conversando.
Motivos de la deserción
Diversas causas alejan a los niños y adolescentes del sistema escolar. Figueroa se enfoca en la pérdida de vínculos entre las familias y los establecimientos.
– ¿Está hecho el diagnóstico de por qué 50 mil niños se desvincularon del sistema escolar? ¿Están claros los factores que inciden en ello?
– El diagnóstico es complejo, es un problema multifactorial que pasa fundamentalmente por una pérdida de vínculos entre las familias y las escuelas, y una falta de valorización del efecto positivo que tiene la escuela en el desarrollo de los niños desde el punto de vista no sólo de sus aprendizajes, sino también de las oportunidades que se le abren hacia el futuro. Por eso es importante volver a valorizar la educación, en ese sentido, el período de la pandemia tuvo un efecto muy complejo, porque muchos actores tuvieron un discurso que en la práctica hizo que las familias perdieran valoración en la educación. Y eso es lo que hay recuperar con urgencia. Pero evidentemente las causas son múltiples y hay que abordarlas todas.
– En este escenario, ¿cuánto influye la pérdida de autoridad del profesor en el aula?
– Hay que separar las cosas, influye, pero no tiene necesariamente que ver con el tema de la deserción, sino más bien con la discontinuidad de los procesos, lo que lamentablemente se ha visto en los establecimientos y, en ese sentido, la autoridad de los directivos y profesores tiene un efecto que es muy complejo y por eso los directores de los colegios necesitan ser empoderados en su función y contar con el respaldo de las autoridades centrales y a nivel comunal para poder recuperar la disciplina, que es fundamental en el espacio escolar.
– El factor económico, niños que han debido dejar sus colegios para trabajar, ¿cuánto ha influido? ¿Se espera que aumente la deserción el próximo año cuando la situación económica podría empeorar?
– La deserción tiene diversas causas, una de las causas principales tiene que ver con el ausentismo crónico, y la pérdida de compromiso con el proceso educativo, también influyen las razones económicas, ahora eso impacta con mucha mayor fuerza en los jóvenes, lo que hemos visto es que la tasa de deserción ha aumentado en los más pequeños, obviamente ellos no van a trabajar, por lo tanto, el tema central es que los padres recuperen el valor de la educación, que es uno, no el único, de los elementos centrales para poder hacerse cargo.
Enfatiza: “Se debe poner énfasis en que la recuperación de aprendizajes sea un objetivo prioritario del Ministerio de Educación y es necesario que ese objetivo se manifieste con acciones concretas que involucren recursos, y una gestión adecuada para hacerse cargo de este grave problema”.
Salud mental
En relación con los problemas de salud mental en los estudiantes, Figueroa dice que el desarrollo socioemocional de los jóvenes es fundamental. “Un elemento clave para poder abordarlo tiene que ver con la continuidad del proceso educativo y volver a vincular a los alumnos con los proyectos en cada establecimiento”.
Plantea que, para que se logre aquello, “se deben generar políticas centradas en lo que ocurre en la escuela, poner a los alumnos en el centro de las preocupaciones, entregarles posibilidades de innovación y la máxima flexibilidad a los colegios para que puedan desarrollar sus proyectos”.