¿Efectos psicológicos del uso de TIC’s?

La irrupción de las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC’s) de forma masiva es un fenómeno relativamente reciente. Ingresaron con fuerza a la vida económica y social hace tiempo, pero solo en la última década se han transformado en herramientas tan comunes y cotidianas, penetrando en todas las capas socioeconómicas y los rangos etarios sin distinción.

Han traído aportes innegables como el derribamiento de las fronteras, la reducción de los límites comunicacionales, el avance exponencial del conocimiento, la democratización de la información (hasta cierto punto), entre muchos otros. Sin embargo, un problema es que la tecnología siempre va más adelante de lo que somos capaces de comprender, respecto de sus efectos y alcances.

En el plano psicológico, ocurre lo que me gusta llamar “muletas psicológicas”. Muletas porque apoyan y potencian nuestras capacidades en distintos planos, pero ¿qué sucede con su uso sostenido? 

La muleta psicológica, cuando se establece como hábito, puede llegar a suplir las propias habilidades y nuestros propios procesos cognitivo-emocionales reemplazándolos y/o minando su desarrollo. Nuestras habilidades intelectuales, sociales, afectivas, etc. son tal cual un músculo: si no las usas y las entrenas se atrofian.

Entonces, ¿en qué punto las TIC’s dejan de ser un aporte y se transforman en un problema? 

Desde la neurología existen estudios interesantes tanto de sus beneficios como perjuicios donde, por cierto, preocupan sus efectos negativos. Se ha estudiado el efecto del uso de las redes sociales sobre la liberación “dependiente” de oxitocina, adrenalina, dopamina, serotonina, testosterona y cortisol. Estas estimulan la liberación de dichos neurotransmisores mediante la aceptación social-popularidad (likes) o el rechazo-aislamiento, la construcción de imágenes virtuales (perfiles a la medida), entre otros. El problema surge, porque en la vida “real” son insostenibles en las proporciones que la tecnología proporciona, además del efecto pasajero que generan. Por ello, las tecnologías nos incitan al consumo permanente de estos software mediante el “síndrome de abstinencia” que emerge en su ausencia.

El llamado es a observar con mayor consciencia su uso y efectos sobre nuestra vida, la responsabilidad personal en su uso y la educación de quienes dependen de nosotros para aprovecharlos con prudencia. También es una alerta a las autoridades para impulsar investigación de calidad que permita cuidar apropiadamente su uso, así como el desarrollo de la legislación necesaria para controlarlas.

Jorge Maluenda Albornoz

Académico de la Facultad de Psicología USS