
El pasado 8 de marzo concluyó el histórico viaje apostólico de Francisco a Irak, el primero que realiza un Papa a esa nación, tierra de Abraham. En otro paso importante hacia el diálogo interreligioso, el Pontífice se reunió con la máxima autoridad chiíta, el gran ayatolá Al-Sistani, un encuentro cargado de simbolismo.
Juan Carlos Inostroza- Académico Instituto de Teología UCSC
Cincuenta años de diplomacia vaticana moderna se ven coronados con la primera visita de un Papa a Irak. Desde Paulo VI, que abrió las relaciones diplomáticas (1966), pasando por Juan Pablo II y su férrea oposición a la invasión de Irak, a Francisco y su visita a ese país en medio de la pandemia, el terrorismo y la guerra civil.
¿Por qué Irak?
Es la presencia más antigua de cristianos en el corazón del Islám. Si bien ya desde el siglo I había allí cristianos, un particular hito lo constituyó la decisión de Urbano VIII (1632) de acoger la solicitud de las autoridades del lugar para establecer una representación pontificia allí, y luego siguió la creación de la diócesis de Bagdad en 1643. Hoy los cristianos son una minoría, particularmente perseguida por Al-Qaeda e ISIS. Igual que san Pablo hacía con las primeras comuniades cristianas en medio de hostilidades (2Cor 1,3-4), el viaje del Papa significó para los cristianos de Irak consuelo y ánimo, corfirmación y esperanza.
Nuevamente, ¿por qué Irak? El diálogo con el Islam. ¡No una, sino dos veces se levantó el Gran Ayatolá Alí al-Sistani para estrechar las manos del Papa Francisco! Un gesto que ha impresionado a todo el mundo islámico. El simbolismo es enorme. ¿Quién es y qué representa Alí al-Sistani y el gesto que le hizo a Francisco?
Al-Sistani, de 90 años y de origen Iraní, es el Gran Ayatolá de Irak, cuya población es 60% chiíta. Los chiítas son igualmente el 90% de los musulmanes de Irán. Se trata de la segunda rama del Islam y constituyen el 10% de los musulmanes del mundo. Alí al-Sistani es una reconocida autoridad moral del mundo islámico, defensor de las minorías en Irak (incluidos los cristianos) y decisivo opositor de ISIS (facción radicalizada y violenta de corte sunita, rechazada por la mayoría del mundo islámico). Además, los chiítas sostienen una interpretación más abierta y flexible del islam.
El Papa visitó al Gran Ayatolá en la Cuidad Santa de Náyaf. El gesto de Alí al-Sistani hacia Francisco fue algo completamente extraordinario en él, pues siempre permanece sentado ante los pocos que acepta recibir en su casa, normalmente alguna autoridad, principalmente religiosa. Al-Sistani casi no hace apariciones públicas. El gesto, sin duda, estuvo dirigido al mundo islámico. La segunda autoridad moral del Islam y la más importante autoridad religiosa de Irak e Irán hace un gesto sin precedentes. El simbolismo en estos casos es algo muy serio. El gesto es aquí un lenguaje particularmente potente, y Al-Sistani, al parecer, ha querido despejar cualquier duda sobre su mensaje, repitiendo un gesto que jamás ha hecho con nadie: levantarse y estrechar ambas manos del Papa, y ¡dos veces! Recordemos otros gestos que han desencadenado procesos profundos de cooperación y diálogo, como el abrazo de Paulo VI con Atenágoras I, Patriarca de Constantinopla. Cada líder “habla” a los suyos, y los gestos son más potentes que los discursos.

¿Qué podemos esperar a partir de ahora?
Probablemente lo que suele llamarse “una bajada del mensaje”. Los medios islámicos y líderes intermedios no han parado de hablar del inédito gesto de Alí al-Sistani hacia Francisco. Líderes de enseñanza del Islam en todo el mundo se hacen lenguas de la convergencia de objetivos y mensaje de paz, respeto mutuo y misericordia que ambos, Francisco y Al-Sistani, no se cansan de insistir. Al- Sistani igual que Francisco ha dicho sí al respeto mutuo y al diálogo, y no a la violencia pseudoreligiosa y masacradora de minorías. Un acercamiento sin precedentes y con gran futuro.
¿Qué nos dice Francisco a nosotros?
Hay que correr riesgos para trabajar por la paz y acudir al llamado de los cristianos que sufren. Riesgo de la pandemia, riesgo de atentado terrorista, riesgo de traspasar fronteras que impiden el diálogo, la convivencia civil y la libertad religiosa. En medio de nuestras crisis sociales y miedos, Francisco nos anima a correr riesgos por la paz, el respeto de todo ser humano y de su conciencia, y el consuelo de la fe, la esperanza y la caridad de las demás iglesias o diócesis hacia los cristianos perseguidos. El Papa Francisco hace visible la comunión católica en medio del dolor y la esperanza. ¡Dichosos los que dan consuelo y trabajan por la Paz! (Mt 5, 1-16).